viernes, 23 de noviembre de 2012

13S y 8N: PARTICIPAR Y DEFENDER NUESTRAS IDEAS Y DERECHOS


13S y 8N: a participar y defender nuestras ideas y derechos

Por Edgardo Civit Evans - Ciudadano

Dos marchas movilizaron a millones de personas en la Argentina y el exterior. La Presidente C. F. de Kirchner expresó al día siguiente del 8N que lo único importante esa semana fueron las elecciones en EEUU y el Congreso, en China. Olvidó mencionar que fue realizado para terminar con la corrupción oficial. Agresivas expresiones contra los asistentes a las marchas fueron pronunciadas por individuos de dudosa moral, de estrecha vinculación con la corrupción que nos ha llevado a compartir lugares con los países más inmorales del mundo.

Ambas convocatorias se hicieron mediante la utilización del quinto poder que no puede controlar el gobierno: las redes sociales. Millones de personas reunidas sin dinero, sin minibuses, micros, ofrecimientos de subsidios, sandwiches ni bebidas, asistieron convocadas por internet. Se entonaron las estrofas del Himno Nacional y se gritaba ¡Argentina! No existieron agresiones ni se pretendió tomar comisarías, como hicieran algunos funcionarios.

Se expresaron los deseos de muchos argentinos: queremos vivir en paz en un país donde se respeten la Constitución y el Estado de Derecho; que haya seguridad tanto jurídica como personal; que se termine con la corrupción; que podamos gozar de más libertad (que hoy tienen muchos delincuentes); que los derechos sean iguales para todos.

En otros países, como Brasil, son condenados los funcionarios corruptos. En la Argentina los protegen jueces sospechados.

Que exista institucionalidad y respeto a la división de poderes, de modo especial hacia el Poder Judicial, del cual se reclama que no sea cómplice de la corrupción.

Que se luche contra la inflación, ese impuesto que nos afecta a todos.

Que se abandone el proyecto de re re elecciones eternas.

Que el trabajo que dignifica impere sobre el subsidio que esclaviza y somete.

Reclamamos jubilaciones dignas, obtenidas tras años de aportes. El gobierno, vía Anses, no sólo no paga las sentencias de la Corte Suprema (desacato), sino que se queda con $ 6.000.000.000 de las magras remuneraciones de los que menos ganan. Un atentado a la justicia social.

El salario es la retribución por un trabajo, no una ganancia sometida al pago de impuestos. El gobierno, que ha desfinanciado al Banco Central, a la Anses, al Banco Nación, para pagar el creciente gasto público, ahora va por los salarios. Otra aberración cuestionada por paros.

Que el Congreso deje de ser una escribanía dependiente del Poder Ejecutivo.

Que los diputados y senadores representen al pueblo y a las provincias que los eligieron, no a la voluntad del gobernante de turno.

Que la libertad de pensamiento y de expresión se ejerciten mediante un absoluto respeto a la libertad de prensa.

Terminar con la prensa militante, cómplice y encima pagada por nosotros.

Una reforma política que termine con las listas sábanas.

Periodicidad en los mandatos y revocación de aquellos que no cumplen con el poder otorgado por el pueblo, evitando que se transformen en empleados del poder y sirvan para aplaudir hasta los más groseros errores.

Necesitamos estadistas que planifiquen un país para las próximas generaciones.

Muchos trabajaron para construir en la Argentina el país que competía con Estados Unidos. Fuimos la sexta economía del mundo. Por ser inmigrantes los trataron como "muertos de hambre". Mientras que, gracias a los nuevos ricos gobernantes que defienden el modelo, hoy peleamos el lugar 60.

Estas reformas deben concretarse mediante una fuerte lucha a favor de la educación y contra la ignorancia. De ser el país más culto de América, hoy el 52% de nuestros alumnos no termina el nivel secundario. Varios pensadores han sostenido que la ignorancia es el mejor cultivo para las tiranías.

La democracia no consiste sólo en el derecho a votar cada dos o cuatro años. Sólo eso no legitima. Es una forma de vida cuyo principal objetivo es la libertad, la igualdad, el respeto a los derechos de los habitantes. Millones de argentinos se manifestaron. No escuchar sus voces, no leer sus carteles, no advertir su presencia, es de autoritarios, soberbios y necios.

Recordemos el ejemplo de Islandia. Al golpe de cacerolas, los ciudadanos destituyeron un gobierno corrupto y metieron presos a 324 políticos y banqueros que habían hipotecado el futuro de un país que era ejemplo.

Aníbal Fernández ¿no entendió ninguno de estos mensajes?

Pero, ¿qué hacemos luego del 13S y del 8N si quienes nos gobiernan y varios de la oposición nos desconocen o se burlan de nuestras aspiraciones?

Debemos impedir que esas gestas se diluyan. Seguir con otras. ¡Esto es verdadero idealismo!

Defender nuestra libertad y nuestros derechos.

Participar. Reclamar. Exigir. Protestar.

Hacer sentir nuestras voces en cuanta ocasión tengamos. Repudiar a quienes trabajan contra los intereses del pueblo y la Nación.

Formar miles de grupos de opinión. Hacer debates. Invitar a las mentes más esclarecidas a expresar sus ideas.

Exigir de los partidos políticos compromisos públicos con lo expuesto y que acepten la participación ciudadana. Resulta inadmisible que por vedetismo de algunos, o por otras razones, en octubre existió un partido oficial y 11 opositores que dividieron los votos. No debería haber más de 2 grandes partidos de oposición, para evitar la mayoría automática, que atenta contra la democracia. Hoy las diferencias ideológicas son escasas. Son de nombres. Desde hace años vemos las mismas caras, responsables de fracasos, de reiteradas crisis económicas, políticas y sociales. ¿O se olvidaron del "que se vayan todos"?

Deben participar los mejores en cada actividad. Terminar con sospechados, parientes, socios y amigos que van escondidos en interminables listas.

No es imprescindible, urgente ni necesario reformar la Constitución nacional ni la provincial. Es fundamental que se cumplan. Quienes fueron convencionales en 1994 afirmaban que con las reformas introducidas no sería necesario modificarla al menos por 50 años. Hoy, a sólo 18 años, estando en el gobierno, quieren cambiarla. Los constitucionalistas sostienen que la reforma no es necesaria. Encuestas ratifican que más del 70% de la población se opone. Pero insisten. Algunos olvidan que nosotros somos quienes les otorgamos el derecho a representarnos. ¿Votan leyes que benefician a la sociedad, al bienestar común? ¿Nos consultan alguna vez? ¿O votan conforme a las órdenes que reciben, la solidaridad con el partido, con sus amigos y/o grupos de poder?

Montesquieu sostenía que el ciudadano más que colaborar con el poder político debe defenderse contra sus avances. En idéntico sentido se pronunciaron Rousseau, Jellinek, Hauriou, Carré de Malberg. Algunos, como Luis XIV, creen que ellos son el Estado, los dueños del país. Resuelven conforme sus deseos.

Debemos saber quiénes nos representan y para qué. Más de una vez votamos personajes que desde el gobierno hicieron lo contrario de lo que prometieron. Ni Dios ni la Patria los demandaron.

Debería existir voto uninominal. Garantizo que la mayoría de la población no conoce los nombres de los 3 senadores ni los 10 diputados nacionales por Mendoza; de los diputados y senadores provinciales, o los concejales. ¡Con una encuesta nos llevaríamos una sorpresa tremenda! Ésta podría concluir deslegitimando a varios que se creen elegidos por voluntad superior. Los sueldos, viáticos y demás se los pagamos quienes destinamos gran parte de nuestros ingresos a solventar cerca de 90 impuestos directos e indirectos.

Debemos cambiar la política en la Argentina. No elegimos, optamos por lo que deciden 4 ó 5 entre paredes. Cuando millones de argentinos nos pongamos de acuerdo sobre 10 temas, repudiando a quienes lucran con la división o enfrentamiento entre nosotros, generaremos un poder que nos permitirá volver a ser una gran nación respetada en el mundo.

Hemos tomado conciencia de que a través de las redes podemos convocar o decidir elecciones. Estos son los mensajes, el compromiso y el desafío que nos dejan las marchas del 13S y del 8N: luchar por el respeto a la Constitución y el Estado de Derecho; por el retorno a la república perdida; por nuestros derechos y nuestra seguridad. E impedir que vengan por todo, y todos.

¿Es tan difícil de entender?

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