lunes, 21 de enero de 2013

"SRA. PRESIDENTA, NO SÓLO SE MATA CON ARMAS"

CARTA DE LECTORES



“Señora Presidenta, no sólo se mata con armas”

El auditor general de la Nación informó cómo el Gobierno metió la mano en la ANSeS y se usó el dinero de los jubilados para fines ajenos a los de pagar a quienes aportaron durante toda la vida.

Los fondos se usaron para jubilar a personas que no habían aportado nunca, pero que además, no están en la indigencia, ya que sus maridos tienen rentas de jubilaciones (altas), alquileres, intereses. Además jubilaron a personas que trabajan en negro y declararon que están desocupadas.

La táctica de la Presidenta era conseguir votos de cualquier manera, sin importar la ética. Por lo menos lo hubiera hecho con recursos de la recaudación o creando un nuevo impuesto. Lo mismo hizo con el subsidio universal por hijo.

También la felicito porque a su madre en tres años le solucionó el problema. Por el contrario, mi caso (expediente 49094/99) sigue sin resolverse. Me jubilé antes de la reforma de Cavallo, en diciembre de 1991 con el 82%. Aporté durante 46 años y por lo tanto yo fui solidario (ingresos todos en blanco). Al no resolverse rápido el caso, la deuda fue creciendo y ahora por ese motivo no pagan.

Presenté todos los comprobantes, pero la abogada me informa que el expediente está desde el 21 de octubre en la Sala 1 de Cámara Federal de Seguridad Social para sentencia. Probablemente salga cuando ya partí.

Señora Presidenta, los jubilados se van muriendo, usted viola los derechos humanos, no sólo se mata con armas, también se mata dejando morir a los jubilados.
El Gobierno dice que no hay recursos, pero la ANSeS sigue prestando dinero a diversas empresas y para hacer frente al déficit fiscal.

También le pregunto a la Corte Suprema cómo el Gobierno no cumple con sus fallos, y en nuestro caso llama al director ejecutivo de la ANSeS, aceptando las afirmaciones del señor Bossio. En este caso lo correcto es hacer una auditoría en la ANSeS para verificar los motivos por que no se paga lo ordenado por el propio Tribunal Supremo.

Ricardo Abeledo

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