lunes, 29 de abril de 2013

Carrió se inmoló por la República

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Lunes, 29 Abril 201


Por complejo, por supuestamente poco significativo para las vidas cotidianas, por extremo verticalismo o por necedad, todavía hay gente que no comprende la extrema gravedad, muy extrema gravedad que tiene la Reforma Judicial.

Primero, los siete jueces de la Corte Suprema evaluaron renunciar en bloque, luego, Zaffaroni habló de una propuesta propia sobre ampliar la Corte a 19 miembros…, supuestamente, el objetivo del planteo es que los 12 integrantes nuevos actúen como un tribunal de casación, divididos en cuatro salas especializadas -penal; laboral y previsional; contencioso administrativo y civil-, y que los siete ministros que están en funciones continúen cumpliendo su rol constitucional.

 “Si avanzan contra nosotros, renunciamos en bloque”, afirmaban con diferentes matices. “Esta reforma termina con la justicia como poder independiente dentro del Estado”, aseguraba una de las juezas de la Corte. “Esto consagra la impunidad más absoluta en la historia argentina, si hoy ningún juez federal se le anima a ningún funcionario del Poder Ejecutivo, imaginemos lo que va a pasar de ahora en más”, replicaba uno de los ministros con mayor antigüedad.

En un primer momento se pensó en dictar una acordada anulando las decisiones que limitaban las facultades del máximo tribunal y difundirla de inmediato. Ricardo Lorenzetti, el presidente, había recibido decenas de llamados de solidaridad desde el exterior y hacia allí se disponía a viajar. “Contémosle al mundo que hay un gobierno en la Argentina que busca la suma del poder público”, le sugirieron al hombre de Rafaela.

La reunión seguía subiendo de tono. “Y si no tenemos éxito, nos queda la salida más digna: renunciamos en bloque y que la Casa Rosada se lo explique al mundo entero”, propuso el presidente de la Corte mientras el resto de los integrantes avalaba la iniciativa.

Este era y es el clima que se transita mientras la Reforma Judicial va tomando camino de concreción. Pero la Corte, pareciera que hay algo que no entiende y quizás no lo entiende porque es tan brutal que no ingresa en los marcos lógicos convencionales. Quizás tampoco en los extraordinarios. Al Gobierno o por lo menos a la Presidente y su círculo de incondicionales, no le importa que la Corte Suprema de Justicia renuncie en bloque o casi en bloque.

No le importa la opinión pública ni la publicada. Sus reacciones tienen que ver con el poder en su estado más puro y primario. El menos sofisticado, el que no pide ni da explicaciones. El que se expresa por los hechos consumados. La Justicia pareciera no entenderlo, como no lo entendió la transitoria mayoría parlamentaria que supo tener la oposición hace 4 años y que uso esa mayoría para supuestamente poner racionalidad con un gobierno al que la racionalidad deja de interesarle en cuanto recupera el poder para efectivizarlo en acciones concretas. Una suerte de… si vos tenés la mayoría, yo pido y reclamo diálogo y consensos. Pero si yo tengo la mayoría, no me interesa ni el diálogo ni el consenso.

La que si parece haber entendido con claridad la naturaleza de la situación es la Dra. Elisa Carrió. Estigmatizada, burlada, exaltada por una sociedad que la imaginó presidenciable y que luego la execró cuando sus comodidades transitorias hacían incomodas las conciencias propias y colectivas, esa Dra. Carrió, comprendió que este juego está llegando a su fin y que, o se triunfa o se puede pagar un inmenso costo, pagado con la libertad, por la derrota.

Y Carrió decidió denunciar a Lorenzetti. Nadie o pocos la comprendían. ¿Por qué? ¿Por qué cuando la Justicia daba algunos signos de reacción, decidía acusar de pactismo al Presidente de una Corte que hasta el momento tenía buena reputación? ¿Por qué? ¿Por qué decidía exponerse al sacrificio del comienzo de una recuperación política personal, en una situación como esta?

Solo encuentro una respuesta. O por lo menos una respuesta que siga la lógica particular de Elisa Carrió. Decidió inmolarse.

Siente que si la Justicia no da la lucha que el Parlamento perdió, el costo de transitar 2 años sin atisbos de Justicia independiente, será tremendo y hasta cruel para una sociedad que ingrese en una suerte de disciplinamiento por el miedo.

Si es así, Carrió denunció lo inexistente, porque era quizás, si es que lo es, la única manera de intentar forzar una definición sin la cual el pacto, existente o no, termine de consumarse. Sea esto por acuerdos, sea esto por miedos, sea esto por ausencias o por cálculos políticos. Ahora, Lorenzino deberá resolver la Constitucionalidad o no de la Reforma Judicial o asumir el costo de ser señalado por la Historia como el consumador de un pacto de esencia antidemocrático y destructor de la división de poderes y con ellos de la República.

Si esto fue así. Carrió se inmoló. Aceptó pagar el precio personal y político de usar su presencia mediática y su ganado prestigio de honestidad –se comparta o no sus apreciaciones y sentencias- para darle al sistema la oportunidad de corregirse asimismo sin tanto daño como será que se corrija fuera de termino.

Difícil que la sociedad y la política reconozca gestos de esta envergadura. Si lo hiciera habría madurado en días lo que no maduró en 30 años de democracia. Si Carrió acertó, quizás no tenga presente pero seguramente será varias páginas de Historia. Si Carrió se equivoca, nadie podrá negarle que lo hace desde sus convicciones. O sea, algo que en estos años, no cotiza mucho en bolsa.

Lic. Rodolfo Patricio Florido

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