jueves, 30 de mayo de 2013

Una economía dirigista lleva a un gobierno autoritario



mayo 30, 2013


By Elena Valero Narváez


La inflación está afectando cada vez más la vida social en Argentina.

Las autoridades nacionales, en un año electoral, siguen aumentando el déficit gastando más allá de las posibilidades de financiarlo con recursos genuinos, por lo tanto no es difícil predecir que si se sigue emitiendo moneda sin respaldo, la inflación seguirá aumentando y alcanzará niveles alarmantes.


A pesar de ello, no hay decisión política para hacer un diagnóstico correcto y a atacar las causas del problema, sino que pretende reprimir los efectos con medidas tales como el control de precios e interviniendo irresponsablemente en la economía y también en la política, para evitar tener que terminar la gestión haciéndose cargo de los errores y del desorden que genera.

En la Argentina, este gobierno se ha llevado por delante casi todos los frenos institucionales, tanto en lo económico como en lo político, también en el campo de los derechos individuales, generando falta de confianza sin la cual es imposible crear las expectativas favorables necesarias para atraer inversiones generadoras de trabajo y progreso.

El panorama actual lo define el creciente intervencionismo estatal que intenta tapar los efectos perniciosos que provoca la inflación. Es así como para evitar que suban los precios se los controla y como es imposible controlar a todos los que no cumplen con la orden del gobierno, se ha recurrido a las denuncias de la gente y a darles un papel preponderante en la vigilancia a los jóvenes militantes kirchneristas a través de un nuevo programa que la presidente denominó mirar y cuidar. Por sus características, es de neto corte fascista.

El salario real se viene depreciando aceleradamente y, cada vez más, los sindicatos llevan a la gente a cortar avenidas y calles buscando ser escuchados por el gobierno.

Hay muchos descontentos porque aprieta el bolsillo mientras la imagen que muestra el Gobierno es de mayor gasto y corrupción desmedida.

Los sectores más productivos sufren las restricciones a las exportaciones e importaciones y ven como las oportunidades que les ofrece el mundo no pueden ser aprovechadas por el capricho de una presidente que, con inconciencia, asegura por cadena nacional que este modelo perdurará 10 años más continuando enriqueciendo a su entorno y empobreciendo al resto del país.

No hay más remedio que esperar que cambie el gobierno por los votos, es por eso que ahora se debería mirar más que a un gobierno que no cambia, a sus posibles sucesores.

Como equivocarnos otra vez, sería catastrófico, deberíamos presionarlos para que respondan preguntas concretas sobre cuales serían sus planes y programas de gobierno, cosa que no hacen por miedo a perder votos.

Argentina ha dejado de ser centro de atracción de inversiones como fue en parte de la década del 90. El Estado sostiene a empresas deficitarias y fracasadas: ¿las regresarán a la actividad privada? ¿O seguirán para sacarlas a flote robándoles los ahorros a los jubilados estimulando artificialmente la demanda? ¿Se reducirá la carga del estado promoviendo la inversión privada?

¿Se pondrán de acuerdo los jefes de partido para mantener reglas claras y perdurables? El Banco Central y la Justicia serán independientes para que se asegure una moneda sana y un clima propicio a la inversión?

Estas y otras preguntas especificas mostrarán si desean, o no, una economía capitalista basada en la libertad económica, en la competencia interna y externa y en el funcionamiento de los mercados como el mejor asignador de los recursos productivos.

La economía capitalista o economía e mercado es la única que lleva al progreso económico y social y a la mejor calidad de vida de los habitantes. Sobran los ejemplos.

Ya no es cuestión sólo de ideas, sino de ver cuáles son las medidas de gobierno que lleven a crear un clima de negocios adecuado en el país para atraer inversiones.

Hay que expandir los mercados para satisfacer las crecientes demandas de la vida moderna, que permita la innovación y el aporte incesante de capitales locales y extranjeros que se traduzca en más conocimiento, más equipamiento, más tecnología y más autonomía y libertad de las personas para el desarrollo d sus actividades.

Si los argentinos no nos ponemos de acuerdo en impulsar políticas que tiendan a ello seguiremos por el actual camino del subdesarrollo y del aislamiento internacional y por lo tanto seremos cada vez mas pobres y oprimidos por gobiernos autoritarios.

Elena Valero Narváez
Analista política, Periodista

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