sábado, 22 de junio de 2013

Bravuconadas que sostienen el modelo







Por   | LA NACION





El fervor por la patria tiene a veces ciertos límites. Si María Lucila Colombo, número 2 de Guillermo Moreno en la Secretaría de Comercio y probablemente la funcionaria más disciplinada en la defensa del modelo, fuera consecuente hasta el final, debería reservar siempre, sin excepción, todos sus viajes en Aerolíneas Argentinas. Pero esta tucumana graduada en Matemática, que empezó a militar en 1969 en la izquierda nacional de Jorge Abelardo Ramos, optó esta semana por LAN, la aerolínea enfrentada con La Cámpora en el uso de rampas y mangas de Intercargo.

Fue un viaje fugaz, y es probable que Colombo, que salió el miércoles a las 6.20 de Buenos Aires con destino a Tucumán, no haya encontrado lugar en el avión de Aerolíneas que salía a la misma hora. Algo que inevitablemente tiene que haber ocurrido también a la vuelta, anteayer, cuando abordó el vuelo 4155 de LAN de las 14.15 hacia Aeroparque.

La realidad tiene razones que el discurso no entiende. Y suele ser más cruel con esos entusiastas para quienes, en política, un gesto supone una proeza. Algunos mitos del modelo van quedando vetustos en función de los hechos. Las últimas cifras del Indec muestran, por ejemplo, una primarización en el modelo productivo. Las exportaciones de bienes primarios y alimentos representaron, entre enero y mayo, un 60% del total, pero eran 57,6% en el mismo lapso de 2012.

Es entendible que, ante un sistema gubernamental que sólo se asienta sobre los leales, algunos funcionarios parezcan ya sobrepasados. Moreno, por ejemplo, no envió una sola inspección a las estaciones de servicio desde aquel 9 de abril en que anunció precios máximos para naftas y gasoil. Resultado: no sólo no evitó alzas de hasta 11% desde entonces sino que, peor aún, no cumplió todavía el anhelo de Miguel Galuccio, CEO de YPF, que era aprovechar la medida para recuperar la distancia que lo separa en precio de los competidores. La desventaja sobre Shell -la compañía de productos más caros-, se mantuvo entonces en naftas y gasoil y sólo se achicó 2% en los combustibles premium. Un clásico de los tiempos: epopeyas inconclusas, embestidas nominales sobre las corporaciones.

Estas inconsistencias suelen dejar desorientados a los empresarios. Algunos de ellos, por ejemplo, vienen analizando una propuesta recurrente del secretario de Comercio: utilizar la modalidad del "contado con liquidación" para invertir. Es decir, comprar un bono o acción en dólares en el exterior y venderlo en pesos en la plaza local. Se consigue así vulnerar el cepo cambiario: la cotización era ayer de un dólar de 7,80 pesos, mejor que si el desembolso se hiciera a través del canal oficial, a 5,35 pesos.

"Es absolutamente legal", justificó la semana pasada Ricardo Echegaray, jefe de la AFIP, consultado por LA NACION al salir de un almuerzo con industriales. Atrás quedó un módico sueño de Mercedes Marcó del Pont, la líder del Banco Central que auguraba que la pesificación no tendría marcha atrás. "Esta es una política que llegó para quedarse", se envalentonó en diciembre ante Tiempo Argentino.

Para las multinacionales supone también un dilema. Primero por cuestiones de reputación: están habituadas a invertir sólo mediante vías oficiales. Después, por razones pragmáticas. Si convalidan ese instrumento, ¿qué les dirá el Gobierno cuando pidan enviar dividendos a la casa matriz? ¿Volverá a ofrecerles el contado con liquidación? Ahí conviene más el dólar oficial. Es una de las elucubraciones de Chevron, que tiene acordada la parte técnica del acuerdo con YPF para invertir en Vaca Muerta -cuánto perforar, cómo hacerlo-, pero no la comercial, eje de cualquier desembolso petrolero en el mundo.

La Argentina ya se acostumbró a este marco normativo de palabra que custodia Moreno. Por eso fue evidente el alivio que provocó en cámaras empresariales el fallo de la Corte sobre la "democratización" de la Justicia. Entendieron que el tribunal había ratificado que, pese a las amenazas de ir por todo, en el país rige la Constitución.

Tal vez sea un descubrimiento tardío. Por ignorancia, temor, cansancio o desidia, parte del establishment ha colaborado con ese cesarismo que cuestiona. ¿Hasta dónde se han apoyado realmente los empresarios en la Justicia? En noviembre pasado, Shell, enfrentada con el Gobierno desde aquel boicot de 2005 anunciado por Kirchner y aplicado por Luis D'Elía sobre 33 estaciones de la marca, fue al HSBC con la pretensión de repatriar dividendos, una práctica que el 90% de las corporaciones supone prohibida como consecuencia del cepo cambiario.

Shell quería enviar 20 millones de dólares a sus accionistas. Parecía una idea loca, y así se lo hizo saber el banco a la petrolera, cuyos abogados iniciaron entonces un rápido contraataque: preguntaron cuál era la norma que lo impedía y, al recibir como respuesta que se trataba de un asunto "de palabra", anticiparon que se presentarían en la sucursal con un escribano para que notificara esa dificultad, con la que irían después a la Justicia.

La jugada provocó después una discusión en un encuentro casual en la embajada británica. Gabriel Martino, presidente del HSBC, se lo reprochó a Juan José Aranguren, líder de Shell, que insistió en que de todos modos seguiría adelante.

Así lo hizo. Shell fue al HSBC con escribano y, en los primeros días de diciembre, se presentó en el Banco Central con una carta en la que le exigía a Marcó del Pont precisiones sobre qué resolución, decreto o ley impedía repatriar dividendos, bajo advertencia de ir a la Justicia. Juan Basco, subgerente general de Operaciones de la entidad monetaria, hombre que responde a Moreno y que regentea la disponibilidad de divisas para el sector privado, se comunicó a los pocos días con la petrolera y preguntó si tenían inconvenientes en que el envío se hiciera de a 1,5 millones de dólares por semana. Como no hubo objeciones, la entrega se hizo paulatina, semana tras semana, al dólar oficial, hasta alcanzar en marzo los 20 millones.

Shell, el enemigo número 1 de la Secretaría de Comercio, se convirtió así en una de las pocas empresas que mandó utilidades a su casa matriz. "A un loco no hay que darle siempre la razón", suele decir Aranguren, que ya obtuvo sentencia de la Justicia casi en la totalidad de las 57 causas penales que le inició Moreno.

En sus Epístolas Morales a Lucilio, Séneca distingue entre el temor de los hombres y el de los animales, y plantea que, mientras las fieras sólo deciden huir de los peligros que ven, la imaginación y el recuerdo atormentan a los seres humanos tanto por el pasado como por el porvenir, soslayando el presente. Así, se explaya, "la previsión, el bien máximo de la condición humana, se convierte en un mal". Moreno puede haber fracasado en todas sus batallas contra la inflación, las corporaciones, el dólar, la primarización de la economía o la escasez energética, pero se llevará de la gestión un trofeo singular: ese extraordinario mito sobre sí mismo, capaz de torcerle al brazo al más grandote sólo con dejarse ver.

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