viernes, 21 de junio de 2013

Uso indebido de los ahorros jubilatorios



Como ocurre con las políticas energética y ferroviaria, la Anses sigue empecinada en continuar minando el bienestar de los futuros jubilados.


EDITORIAL    21/06/2013

Más de una vez se llamó la atención desde esta columna sobre la utilización del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS), administrado por la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), para fines que debilitan el objetivo de solventar futuras jubilaciones. Este Fondo proviene de la confiscación de los ahorros acumulados durante 13 años por los aportantes al suprimido sistema de capitalización en 2008. En aquel régimen, cada peso aportado se acumulaba en cuentas individuales. La inversión de este dinero respondía a pautas determinadas y su rendimiento engrosaba los ahorros para el día del día del retiro o jubilación.

Más allá de las críticas que el sistema pudo merecer debido al costo de las comisiones, su estatización implicó la pérdida de identidad de los titulares de los aportes contra la promesa de responder en un futuro a la jubilación o pensión que corresponda. El pasado y el presente ya nos han mostrado cuál es el resultado final de dicha promesa: un beneficio que no guarda ninguna relación con el esfuerzo realizado por los contribuyentes y que es pagado por el Gobierno cuando quiere y como quiere.

Al estatizar las AFJP el fisco se benefició con una suma acumulada de 100.400 millones de pesos y, desde entonces, los aportes jubilatorios se canalizaron hacia la Anses. La confiscación incluyó no sólo los fondos por aportes ordinarios sino también los extraordinarios, sin ningún reconocimiento de su propiedad.

Este bálsamo financiero para la Anses no motivó, sin embargo, al gobierno nacional a quitarle la adjudicación del 15 por ciento de la masa de impuestos coparticipables que le había sido asignada cuando, al crear el sistema de capitalización, en 1995, se redujeron aportes al reparto sin quitarles la responsabilidad de pagar a los jubilados ya existentes. De esta forma, la Anses con su FGS se transformó en una caja importante y tentadora para el gobierno nacional, a la que ha recurrido a diestra y siniestra sin preocuparse por el futuro de los aportantes.

Así, el FGS se dedicó en los últimos años a invertir en títulos públicos para solventar el déficit fiscal, justamente una de las críticas con las que el Gobierno había incautado los fondos en 2008. De esa manera aumentó la proporción de títulos públicos desde la ya enorme cifra de 60 por ciento en 2008 hasta un 64 por ciento en la actualidad. El aporte para proyectos estatales de más que dudosa capacidad de repago creció desde 2200 millones de pesos en 2008 a 32.200 millones actualmente. Y en sentido inverso las colocaciones de dinero efectivo en plazo fijo en los últimos 18 meses cayeron de 25.800 a 15.040 millones de pesos.

El uso político de los fondos del FGS ha sido indudable. Y como no podía ser de otra manera, se tradujo en un claro perjuicio económico para los beneficiarios futuros de ese dinero. La rentabilidad del FGS en el período que va desde diciembre de 2008 a diciembre de 2012 acumuló una cifra aparentemente impresionante de 130.964 millones de pesos por sobre el capital original de 100.400 millones vigentes al inicio del FGS. Sin embargo, al realizar las cuentas ajustando dicho retorno por la inflación observada durante ese período, resultaría que el retorno neto de inflación habría totalizado apenas un 1,7 por ciento anual.

En las últimas semanas, la Anses estaría utilizando los títulos públicos del FGS para operar en el mercado con la finalidad de reducir la cotización del dólar paralelo o blue. No hay información oficial acerca de esta operatoria ni tampoco de los montos involucrados, pero está claro que sería una utilización artificiosa e indebida del Fondo. La modalidad de esta operatoria es la venta local en pesos de estos bonos que cotizan en dólares en el exterior, al menor precio posible. Al no alterarse su cotización en dólares, se reduce el arbitraje en pesos por dólar en la operación de "contado con liquidación" y ello arrastra hacia abajo la cotización del dólar blue.

El Gobierno estaría logrando de esta manera una reducción de la brecha cambiaria que amenazaba desbordarlo y que trae consecuencias sobre el nivel de reservas y la inflación. Si bien el FGS tiene suficientes bonos para continuar con esta operación, finalmente el mercado vencerá y en el camino habrán perdido quienes tienen su futuro ligado al mejor rendimiento de estos fondos.

Al venderle bonos a los precios actuales, la Anses está transfiriendo sus tenencias al sector privado en niveles de rendimiento de los títulos públicos cercanos al 16 por ciento anual. Esto significa que el sector público argentino consolidado está realizando emisiones de deuda en niveles de tasa de interés que más que cuadruplican los niveles inferiores al 4 por ciento a los que emiten, por ejemplo, Brasil y Colombia, y que más que triplican las tasas inferiores al 5 por ciento a las que se han endeudado Bolivia y Paraguay.

Para un gobierno que se ha vanagloriado de resistirse a convalidar las tasas de interés "usurarias" del 8 o 9 por ciento, a las que habría podido endeudarse en 2010 y 2011 aun al costo de financiar su déficit público emitiendo dinero y alimentando la hoguera de la inflación, la actual decisión de aumentar la deuda neta de la Argentina a tasas del 16 por ciento no puede sino llamar la atención y debería ser motivo de un análisis tanto por parte del Congreso como eventualmente por parte de la Justicia.

Desde que los fondos previsionales han sido desviados desde las administradoras de fondos privadas hacia la Anses, el rendimiento de los éstos ha caído en forma notable, producto de su inversión con fines políticos que no buscan proteger a los futuros jubilados. Como con la política energética, el manejo de los trenes, la política agropecuaria y la inflación, la Anses también da muestras de contribuir a minar el bienestar futuro de los argentinos..

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