miércoles, 24 de julio de 2013

EXCESO DE IDIOTEZ









CFK involucró a Costa en el caso Ángeles con la misma veracidad con la que acusó a OPI de espionaje en su contra.


24/07 – 14:15 - La presidenta no tiene límites a la hora de usar la maquinaria del Estado para atacar a quienes no piensan como ella. En este caso, puso a los mercenarios del periodismo, canales pagos y usó la Cadena nacional, para acusar al diputado nacional Eduardo Costa (UCR) de pretender vincular al gobierno con el caso Ángeles.



Una vez más, como aquella cuando puso al sicario periodístico Eduardo Feimann y al canal para-estatal C5N a trabajar en contra nuestro, la presidenta hace uso y abuso del poder, pretendiendo ver fantasmas que se desvanecen y montar operaciones de prensa extremadamente berretas, que no resisten ningún análisis serio.

(Por: Rubén Lasagno)

Si algo pretendió (jamás lo logró) el kirchnerismo desde un primer momento, fue homogeneizar la palabra, el discurso, el relato y dominar la agenda pública; algo solo concebido en las mentes calenturientas y espasmódicas de nuestros autoritarios de cabotaje que no logran generar consenso propio, sino, a través de la descalificación de los otros y el armado de operaciones de prensa, tendientes a ensuciar, atacar y destruir a quienes son sus opositores políticos o simplemente, a quienes no piensan como ellos.

Hay sobradas muestras de estos abusos y actos delictivos del gobierno, como fue el caso de la acusación contra Enrique Olivera del ARI, en el 2005, a quien cargaron la existencia de dos cuentas bancarias en el exterior, que luego de dos años se supo eran falsas, o la operación a través de un video trucho a Carlos Pagni, del diario La Nación, a quien trataron de involucrar en una supuesta extorsión, versión también desmantelada con las primeras investigaciones; ni hablar las ridículas acusaciones de “espionaje” con las cuales la presidenta cargó contra OPI, por haberla fotografiado en el aeropuerto y descubierto fallas en la turbina del Tango 01 y para atacar a su enemigo político, el gobernador Peralta, acusándolo de perseguirla y espiarla con la policía provincial.

Todas mentiras, acusaciones falsas, operaciones truchas que el gobierno nacional armó en contra de todos y cada uno, utilizando para ello, bienes, medios y recursos del Estado, como así también medios asociados y comprados por el gobierno como C5N, Página 12, Telam, 6,7,8 y periodistas sicarios como Eduardo Feinman, Víctor Hugo Morales, Orlando Barone y tantos otros, todos, jugosamente abonados a la pauta oficial.

Ahora Cristina Fernández, haciendo abuso de su posición de poder, cargó contra el diputado nacional Eduardo Costa (UCR), a su vez candidato en las próximas elecciones legislativas en Santa Cruz, involucrándolo en el caso “Ángles”. La operación se inició en simultáneo por los diarios oficialistas (Página 12, Timepo Argentino y Telam) por los canales comprados, C5N y la televisión pública, siguió con una denuncia judicial del Ministro Julio Alak para que se investigue a Costa por “Obstrucción de la justicia” y fue rematado con la mención expresa de la presidenta en Cadena nacional en el día de ayer. Todo un abuso de poder, desde donde se lo mire.

Acusan al diputado Radical de “plantar un testigo falso” en el caso “Ángeles”, con el fin de comprometer al gobierno. La idea de los operadores K fue enlazar las piezas que coincidentemente se hilvanaron a partir de que una persona de Caleta Olivia, Beatriz Incolaza Fuentes, llegó a la oficina de campaña de Costa en la ciudad norteña exponiendo su caso y desde allí la conectaron con la producción de Canal 13, para que le ayudaran a encaminar su denuncia, lo que luego se supo, era un testimonio falso. Es una estupidez lisa y llana, pensar que Costa armó tamaña fabulación sin futuro, para complicar a la presidenta.

El gobierno encontró la oportunidad de atar la vinculación de Costa con Canal 13/Clarín y de allí suponer una operación para plantar un testigo en su contra, por cuanto la esposa de Eduardo Costa, la titular del CC-ARI Mariana Zuvic, ha sido quien más denunció al empresario kirchnerista Lázaro Báez en la prensa nacional y particularmente a través del programa PPT de Jorge Lanata. Es decir, lo que en realidad pasó es que el gobierno aprovechó la coyuntura para devolverle atenciones a quien expuso a Báez y desbarató la operación de lavado en Santa Cruz.

Sin embargo, la presidenta debería tener en cuenta que Eduardo Costa y Zuvic constituyen una oposición en Santa Cruz que nunca la han atacado puntualmente a ella o a su marido y en todo caso han reducido la corrupción a las acusaciones contra Báez y el gobernador Peralta. Nunca se los ha escuchado sostener una posición fuerte sobre la mala gestión de Néstor Kirchner o la enorme corrupción que corroe el gobierno nacional y atraviesa a la mayor parte de sus funcionarios, tal es el caso de Boudou, Jaime, Julio De Vido o los exorbitantes enriquecimientos de la propia familia presidencial o de las causas que en su contra cerró la justicia de Santa Cruz.

Es más, cabe recordar que en el 2011, en su carrera a la gobernación, Eduardo Costa en plena campaña reivindicó la figura de Cristina Fernández en su cartilla de propuestas y anteriormente, ante Mirtha Legrand (año 2007) evitó una pregunta directa sobre la fortuna de Néstor Kirchner, de quien solo dijo que era “un gran trabajador”.

A pesar de todo esto, hoy el gobierno nacional cree que desde Santa Cruz, Eduardo Costa les plantó un testigo falso en el caso Ángeles Rawson, para involucrar al gobierno nacional en la mediatización de este crimen.

Haciendo uso de la libertad que tenemos, podemos decir con total seguridad que esto responde a una nueva operación berreta del gobierno nacional, para cuyo trámite no hay límites de recursos ni de presupuestos. Esta acusación, es tan increíble como lo fue aquella donde la propia presidenta nos involucró en tareas de espionaje en su contra.

Lástima que en aquel momento, Eduardo Costa, a diferencia de otros Radicales que nos hicieron llegar su solidaridad y más allá de las diferencias que nos puedan separar, no haya tenido la convicción de decir que también (como hoy nosotros) creía que aquello no era verdad.
(Agencia OPI Santa Cruz)

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