miércoles, 28 de agosto de 2013

Las dos mentiras del diputado Carlos Kunkel





agosto 28, 2013
 
 
 
 
 
 Con seguridad habrá muchas más, como suele suceder en la actividad política y con mayor o menor intensidad según sea la personalidad de los actores y las circunstancias que estén juego. Por ejemplo, hace unos días, un importante dirigente agropecuario hizo referencia directa a las mentiras del gobierno y de la misma Presidente, en alusión a las expresiones de esta última sobre la situación del campo y de la economía. Días después, hizo lo mismo durante la inauguración de la exposición anual de la Sociedad Rural de Entre Ríos y sus palabras fueron, curiosamente, ignoradas por la mayor parte de los medios. 

Las expresiones del Sr. Etchevehere -de él se trata- fueron un fiel reflejo de la realidad y de los preocupados sentimientos de los productores que en algunos casos bordean su propia supervivencia y en otros tratan de asegurarla con severos y progresivos ajustes que, en los hechos, se traducen en una reducción de los sembrados y de millones de cabezas de ganado bovino. Ambas situaciones afectarán las economías urbanas, los comerciantes venderán menos y los consumidores, tal como lo anunciamos tiempo atrás, afrontarán situaciones inéditas que afectarán a todos los rubros de actividad. La sociedad corre el riesgo de comer pan negro y soportar otros problemas que contribuirán a su enojo y malestar con todas sus consecuencias políticas, en tanto el mundo financiero acusará las consecuencias de este escenario.

 El acercamiento del dólar paralelo -se lo llame como se lo llame- a los 10 pesos por unidad, es uno de los datos más expresivos de lo que aseveramos. El desconocimiento de estos componentes del presente argentino por parte del gobierno es una expresión mentirosa que intenta distraer lo que todos sabemos: son los que integran un cuadro plagado de alarmas que hemos comenzado a vivir.
No se trata de un juego de palabras. La mentira campea por todas partes y en algunos casos tiende a disimular las consecuencias que afectarán a todos los argentinos por igual, pero donde la mentira adquiere dimensiones extraordinarias es en el campo electoral y por extensión a los partidos y a la mayor parte de los dirigentes.

 Muchos de ellos observan cómo el poder -aunque sea transitorio- se acerca rápidamente a sus personas y en otros cómo se aleja y pierde en la lotananza. Un amigo que hace periodismo inteligente -Jorge Asis- encontró en la garrocha el símbolo de los pases de quienes hasta el momento preciso del salto militan (o militaban) en el sector perdedor para pasarse rápidamente hacia el del ganador, engrosando así las posibilidades de este último. Lo que ocurre admite varias interpretaciones y acertijos y contribuye a dibujar la decadencia argentina, pero, en síntesis, airosa, fuerte y dinámica aparece la palabra mentira, que surge para muchas cosas. Por ejemplo, lo que brevemente hemos descripto y todo lo relacionado con una corrupción agobiante que, hasta ahora, o es ignorada por los personajes denunciados que con sus silencios ejercen otra forma de la mentira.

 La decadencia también está representada por estas conductas y la falta de una reacción precisa y contundente por parte de quienes deben ejercerla. Como contrapartida, la verdad puede resumirse en distintos vocablos como agobio, cansancio, hartazgo y hasta por el concepto que se expresa en el convencimiento de que esto concluirá dentro de poco en medio de una reacción popular severa que inundará de votos contrarios al cristinismo. Será la única manera posible de salvar una parte del sistema.

Éste reúne varias y diversas formas, pero antes de avanzar hacia las dos mentiras de Carlos Kunkel, diremos que son representativas de la falta de calidad de nuestra política al mismo tiempo que constituyen un anticipo de lo que sucederá, en tanto tipifican el perfil de quienes ocupan forzadamente el lugar de la dirigencia.

Kunkel integra hasta hoy (o ayer) el bloque del Frente para la Victoria, pero con una clara percepción de lo que ocurre y sucederá, declaró al diario La Nación que nunca había sido kirchnerista. La afirmación admite el asombro y también la repugnancia (ignoramos la opinión de la diputada Diana Conti) cuando la memoria nos trae el recuerdo de un apasionado discurso oficialista que le mereció un soberano cachetazo de la diputada Justicialista Graciela Ocaña -del entonces bloque Federal que reunía la primera etapa de la instalación del peronismo disidente o tradicional- por los términos agresivos con que Kunkel se manifestaba a favor de las posiciones del gobierno y propuestas de la presidente Cristina Fernández. Hasta aquí la corta historia de la primera parte de la mentira. 
 
La segunda vino a continuación, cuando sostuvo que era peronista. Kunkel no lo fue, pues integró al grupo de violentos que el 1° de Mayo de 1974 derrocharon denuestos contra el entonces Presidente Juan D. Perón, quien los expulsó de la concentración en lo que fue el preámbulo de la puesta fuera de la Ley de este sector combativo y revolucionario que asesinó a diestra y siniestra a militares, sindicalistas como Rucci, empresarios y civiles representativos de las más diversas actividades. La garrocha virtual utilizada por este activista de la violencia ayuda a entender por qué Cristina será la enterradora de la triste experiencia que inició su marido.
 
 

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