lunes, 23 de septiembre de 2013

Debate: La confusión de Cristina sobre la relación entre consumo e inversión





Martes, 24 de Septiembre de 2013 | 0:56 hs.
 Por Cristian Folgar 


 La Presidenta suele argumentar que gracias a los altos niveles de consumo interno, las empresas invierten y esto genera empleo y crecimiento. En rigor, es exactamente al revés: Es la inversión la que genera los procesos de desarrollo y crecimiento. El error de estimular la demanda como única política de largo plazo.

Muchas veces hemos escuchado a la Sra Presidente sostener que la fortaleza de nuestra economía reside en la fortaleza del mercado interno, y que gracias a esos niveles de consumo las empresas invierten.

Los números de nuestra economía en los últimos años y la experiencia internacional indican exactamente lo contrario. Es la inversión la que permite sostener altos niveles de consumo y todos los procesos de crecimiento y desarrollo se sustentan en altos niveles de inversión.

Economías con altos niveles de inversión, tienen mejores niveles de salarios reales para sus trabajadores. Ese mayor poder adquisitivo en términos reales fortalece el mercado interno y las expectativas económicas, formando un círculo virtuoso que promueve nuevas inversiones. Las familias, los comercios y las empresas invierten en la medida que tienen buenas expectativas respecto al futuro. Nadie invierte en función de lo que ya pasó, se invierte en función de lo que se espera que va a pasar.

En el gráfico 1 se observa la composición porcentual de la Demanda Agregada en función de sus tres componentes: Consumo, Inversión y Exportaciones. Surge claramente que en los años en los cuales aumentó la participación porcentual del consumo, la economía creció menos.

Así, en el año 2002 el consumo tuvo la mayor participación porcentual respecto de los últimos años, 76%. No hace falta recordar como estaba la economía en ese momento, el PBI cayó ese año casi 11% (tal como surge del Gráfico 2).

Si observamos qué pasó desde el año 1998 hasta el 2002, vemos que los niveles porcentuales de inversión bajaron permanentemente pasando del 19% del total de la Demanda Agregada en 1998 al 11% en 2002. Mientras la economía caía permanentemente el consumo también aumentó su participación porcentual pasando del 72% en 1998 al 76% en el 2002.

Durante la presidencia de Néstor Kirchner la participación porcentual de la inversión creció permanentemente pasando del 13% en el 2003 al 20% en el 2007, coincidiendo con un período de crecimiento del PBI asimilado a lo que habitualmente se conoce como “tasas chinas”.

Si observamos qué pasó desde que Cristina Fernandez de Kirchner asumió la presidencia se observa la misma relación. Según las propias estadísticas oficiales, los dos años de menor crecimiento del PBI (2009 con 0,85% y 2012 con 1,9%) corresponden al período de mayor participación porcentual del consumo en la demanda agregada (70%).

Es indudable que estimular el consumo por parte del Estado como manera de sostener la demanda agregada en un momento de incertidumbre es una acción anticíclica positiva, pero de ninguna manera ello puede considerarse como la base de un modelo de crecimiento o desarrollo. El crecimiento y el desarrollo se basan fundamentalmente en la inversión y la distribución del ingreso.

El gobierno puede aspirar a inflar el consumo para mejorar su desempeño en una elección, pero ello es de vuelo corto porque no puede sostenerse en el tiempo si la inversión no acompaña.

Ahora bien, el propio gobierno esta dañando la capacidad de consumo de la sociedad vía el impuesto inflacionario, con lo cual está marchando en contra de sus propias creencias. La paliza electoral que sufrió el gobierno en las últimas PASO muestran que la sociedad no está contenta con su situación económica y que algo cambió en las expectativas sociales.

Si observamos los problemas que enfrenta la economía actualmente nos encontramos con que: i) la pérdida de valor del peso afecta el poder de compra de los consumidores, ii) la pérdida de competitividad de las economías regionales afecta los niveles de inversión y empleo en esas regiones, y iii) la incertidumbre económica autogenerada por los desequilibrios macroeconómicos que siguen sin corregirse detraen inversiones.

Puede ciertamente el gobierno tomar medidas de alto impacto tratando de sostener la demanda para no sufrir aún más en las elecciones de octubre, pero debe saber que esas medidas se agotan en sí mismas rápidamente. Para terminar bien su gestión a fines del 2015 debe corregir los desequilibrios porque ya no puede seguir demorando las medidas de fondo.


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