viernes, 20 de septiembre de 2013

No hay cambio, sólo es un espejismo





20/09/13 


 Por Ricardo Kirschbaum

Algunas actitudes parecen sugerir que el deshielo ha comenzado, que la racionalidad ha vuelto en el oficialismo, que al final ha recapacitado. Pero no hay esperanzas: sólo se trata de un espejismo. Candidatos kirchneristas necesitados de votos ahora aceptan aparecer en los medios no adictos, abandonando por un momento la confortable posición de ser atendido por un aparato de propaganda siempre dispuesto a comprender y amplificar el discurso que se intenta imponer.

Nadie debería sorprenderse si Forster, Echegaray y otros aparecen en TN; si Aníbal Fernández se presta a simular una sesión de análisis en La Nación o Daniel Filmus, como tantas veces lo había hecho en su larga carrera política, se aparece una mañana en la redacción de este diario para prestarse a un reportaje en Clarín WebTV. Se trata de los “medios hegemónicos”, culpables de todo tipo de calamidad que haya caído en la Argentina y sus alrededores, los mismos medios que eran tan requeridos para difundir una idea, pasar una información y promover sus obras intelectuales.

Esa aparente normalidad devolvería cierto optimismo sobre el futuro. Pero, ya se sabe, Argentina no es Suecia ni Australia ni Canadá. Estas actitudes que comentamos y que constituirían una relación natural con el periodismo no deben encandilar.

La realidad es bien distinta. No hay razones objetivas para que la información oficial siga siendo un secreto guardado bajo siete llaves. Tampoco que el gobierno argentino se dedique a pactar con funcionarios extranjeros la regla del silencio con el periodismo.

Rafael Correa, presidente de Ecuador, estuvo ayer en la Argentina en una visita no oficial y dialogó con Cristina Kirchner en Olivos. Ya se sabe: el presidente ecuatoriano está en una cruzada continental contra Chevron por la contaminación de parte de la selva amazónica. Es la misma empresa con la que pactó YPF para explotar un sector de Vaca Muerta. Para que ese pacto fuera posible, debieron esperar que la Corte rechazara un embargo multimillonario en dólares que reclaman a Chevron como indemnización. Correa había aceptado un diálogo con Clarín y La Nación. Ayer, sin explicaciones convincentes, lo suspendió.

Simultáneamente, el nuevo canciller de Brasil estuvo aquí. Existen fuertes diferencias comerciales con el gobierno de Dilma. Son cuestiones que afectan a sectores importantes de ambos países. 

De esa visita, sólo se conoce oficialmente un lavado comunicado de la Cancillería y no hubo, como se estila en los países donde se respeta a la opinión pública, una conferencia de prensa conjunta. La diplomacia brasileña, sin embargo, se ocupó de los periodistas de su país y les dieron la versión de lo que ocurrió aquí. 

De este lado, sólo silencio y periodismo adicto para difundir una versión a salvo de preguntas indiscretas.

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