domingo, 29 de septiembre de 2013

Señales de deterioro de la autoridad presidencial





septiembre 29, 2013
 
 
 
 
 En los últimos días, varios intendentes kirchneristas del conurbano suspendieron actos de campaña que estaban agendados sin dar ninguna explicación pública. Uno de los mismos reconoció en privado: “no hay forma de reducir la brecha, Sergio gana por más de 12 puntos y todo lo que hagamos no tiene sentido”. Detrás de este comprensible desaliento, hay quienes interpretan que algunos alcaldes, cruzándose de brazos, intentarían congraciarse con Massa con vistas a las recomposiciones que empezarán el 28 de octubre. Pero tal vez el hecho más significativo es que estas discretas deserciones de intendentes no generaran represalias por parte de la Casa Rosada. Ni Julio de Vido ni Carlos Kunkel o algún otro de los comisarios políticos del conurbano estarían llamando a los intendentes para advertirles que sufrirán represalias económicas si no continúan combatiendo para que Martín Insaurralde recupere terreno. Nicolás Maquiavelo enseñaba que “no se debe seguir a un jefe que ya no es capaz de defender ni castigar”.

Daniel Scioli habría tomado plena conciencia de la gravedad de la situación y, sobre todo, de que su imagen positiva podría continuar disminuyendo si el 27 de octubre aparece como el abanderado de una derrota contundente. Para mañana, convocó a la cúpula del PJ a una reunión que promete un amargo sinceramiento. Y no está claro si la presidente autorizó previamente esta convocatoria. Mientras tanto, José Luis Gioja y José Alperovich estarían entre los gobernadores que prefieren que la presidente no aparezca por sus provincias hasta después de las elecciones. En las filas de la dirigencia peronista, hay quienes creen que CFK saldrá tan debilitada de la elección que las represalias que intente contra sus seguidores infieles carecerán de fuerza y se limitarán a una verborragia amenazante.

Pero tal vez todavía más significativos son los síntomas de desobediencia que empiezan a advertirse en el seno del cristinismo. “Aunque lo ordene Cristina, no vamos a apoyar la candidatura de Scioli ”, habría desafiado el jefe de La Cámpora, el diputado nacional Andrés Larroque, durante el acto que organizó días atrás la decana de la carrera platense de Periodismo, Florencia Saintout, en el predio de Sosba en Ensenada, para relanzar su candidatura a concejal de La Plata.

Coincidentemente, y como señal no de desobediencia pero sí de descontrol, las peleas dentro del gabinete están empezando a salir a la luz. Por ejemplo, el enfrentamiento entre el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, y el titular de AFIP, Ricardo Echegaray, que hace peligrar la actividad del Puerto de Buenos Aires, según advirtió la Unión de Consumidores Argentinos. La Administración General de Puertos (AGP), que depende de Randazzo, bloqueó hace unos días atrás el uso de una zona operativa aduanera que había sido ilegalmente autorizada en la Terminal 4 por la Aduana, que está bajo el mando de Echegaray. La AGP dispuso que los portones que comunican Terminal Buenos Aires S.A. y Terminal Cuatro S.A. deben permanecer perfectamente cerrados y precintados, y que sólo podrán estar abiertos con autorización expresa por parte de las autoridades de la administración portuaria y/o ante un caso de extrema necesidad. 

Este caso está lejos de ser una excepción, porque las discusiones entre Julio de Vido y Guillermo Moreno por la importación de combustibles habrían alcanzado esta semana un punto álgido.

A todo esto, Cristina parecería no ocuparse de estas señales de alerta y sus colaboradores más directos, Carlos Zannini y Carlos Parrilli, insisten en recordarle a todos los que ingresan al despacho presidencial que “a la presidente no se le habla, se la escucha”.

El procesamiento de Boudou

 

En un sistema concebido en torno al culto a la personalidad, estos indicios de pérdida de autoridad suelen favorecer el crecimiento de personajes del estilo de Rasputín. Para algunos, Zannini estaría ganando cada vez más poder ante las fisuras que presenta su jefa. Esta semana, la realidad mostró también claros indicios de cómo se van ordenando las expectativas sobre la próxima crisis. La apurada sanción en la Cámara de Diputados de un presupuesto ficticio fue criticada por la oposición, pero no hubo serios intentos por bloquear la ley. Hay consenso en cuanto a que, con su voluntad de no cambiar el rumbo económico, el gobierno sigue corriendo por un callejón sin salida y que en algún punto el desfasaje cambiario y tarifario producirá un desborde. En un obvio cálculo político, la oposición intenta quitarle al gobierno su argumento preferido, el de la conspiración para desestabilizarlo.

 Durante una década, el kirchnerismo se ufanó de que había conseguido que la política le marcara el rumbo a la economía y no a la inversa, como supuestamente ocurría antes. Pero esto exige un poder político monolítico, que ahora empieza a agrietarse. En otro campo, los presagios no son menos oscuros. Fuentes de Comodoro Py sostienen que el Juez Federal Ariel Lijo ya habría colectado pruebas suficientes como para citar a indagatoria a Amado Boudou en las causas que se le siguen por enriquecimiento ilícito y también por el caso Ciccone. El magistrado podría llevar adelante la indagatoria y el inmediato procesamiento del vicepresidente entre el 27 de octubre y fin de año, ya que hacerlo antes parecería una intervención judicial en la campaña electoral. Este escándalo, de concretarse, podría acelerar el debilitamiento de la figura presidencial, sobre todo ante sus propios funcionarios, que recibirían así un claro mensaje de que su jefa ya no está en condiciones de protegerlos.

Pero antes de todo esto, en la semana que inicia, el gobierno recibiría nuevas señales de la justicia de EE.UU. en el sentido de que deberá pagarles US$ 1330 millones a varios holdouts o entrar en default. Cristina ya insinuó días atrás en la ONU que se preparaba para hacer frente al escarmiento que supuestamente le quieren aplicar a la Argentina los jueces del norte. La incógnita es si tendrá la decisión de convertir el tema en el eje de la campaña electoral. Y también, a esta altura, hay que preguntarse si el oficialismo en masa la acompañará en esta puesta en escena.
 

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