sábado, 23 de noviembre de 2013

RECAMBIO, ¿PARA QUÉ?






23/11/2013

Por José Luis Milia 



 Volvió la presidente. Fueron cuarenta y ocho días donde la confusa idea de estar sometido a un  desbarajuste institucional quedó, al fin, plasmada en hechos. No obstante y contra muchas ideas suspicaces, ella volvió y a todos, oficialistas y opositores, les volvió el alma al cuerpo ya que son los únicos que han aprendido a moverse como pez en el agua en este indecente andamiaje de iniquidad que algunos llaman “la década ganada” 

Volvió la presidente y con ella volvió el optimismo de los que se han acostumbrado a viajar en en el Titanic  porque creen, o nos quieren hacer creer, que una trepanación de cráneo puede, por fin, ponerle todos los patitos en fila a la señora y que a partir de ayer, 20 de noviembre de 2013, ella va a llegar al disco sin peligro de rodada. Esto, visto en función de los dos próximos años que nos toca vivir es un desatino que no tiene vuelta porque en el esquema político que esta pandilla esbozó en 2003 para la República Argentina no hay lugar ni para el bien común ni para la moderación, y menos aún un mínimo espacio vital para desarrollar un País en concordia. 

Es doloroso convencerse que luego de diez años de gobierno “nacional y conyugal”- que solo sobrevivió a cualquier desmadre gracias a la soja y a ese rastrero “no te metás” tan caro a los argentinos- que si esto sucedió fue porque en nuestra mezquindad les permitimos a los integrantes de esta congregación, que no era de carmelitas descalzos precisamente, que mezclaran obscenamente el manejo de la res publicae con el usufructo de sus negocios personales, mientras que las decisiones inherentes al destino de los argentinos se tomaban, sin excepción, a partir de sentencias “reales”- palabra que en el caso de la República Argentina cada día se asocia mas a un absolutismo mistongo que a un concepto de realidad- sin importarnos, hasta que nuestro bolsillo empezó a sufrir, cuáles eran las consecuencias de las sistemáticas torpezas y malas mañas a las que nos habían sometido.

Ahora queremos creer, o nos quieren hacer creer, que poner en economía a un soñador de las granjas colectivas soviéticas, y que rajar a un desquiciado de una secretaría de estado, a un lameculos de la jefatura de gabinete y a un ignorante del ministerio de agricultura y ganadería nos hace vislumbrar la luz al final del túnel, cuando en realidad lo que deberían  aceptar es que el túnel se derrumbó hace mucho y que los nuevos aprendices de brujos- llámense estos, Capitanich, Casamiquela o Kicillof- lo seguirán llenando de agua y que la salida del mismo, si logramos salir, será más que dolorosa.

Porque la realidad es otra y es tan dura que no sirve, al menos para aquellos que somos de a pie, mirar para otro lado y esperar a un recambio electoral. Esperar dos años en estas condiciones equivale a preguntarse que es lo mejor para matarse, si pegarse un tiro o tomar cianuro. No se puede sobrevivir dos años más en un estado de anomia en el que los que  tienen que defendernos- las Fuerzas de Seguridad- están sospechadas de robos, abusos y narcotráfico y donde los que deben administrar la justicia han decidido que es mejor negocio prostituirla. 

Este esquema político, que no nació de un repollo, sino que se desarrolló por acción del oficialismo y omisión de la oposición solo nos dejará- si ya no lo está- un país en manos del narcotráfico donde se seguirá discutiendo el sexo de los ángeles mientras los desechos humanos que el narcotráfico produce se amontonan en depósitos que algunos llaman clínicas; la inseguridad seguirá llevándose al hombro cientos de cadáveres, la inflación convertirá en joda el valor de los sueldos de los que trabajan y los trenes, que colapsaron ya hace mucho tiempo, seguirán jugando a la ruleta rusa con sus usuarios.

No hay conspiración internacional, no hay sinarquía, ni siquiera algo tan caro a la mente de algunos ideólogos del oficialismo que dicen, sottovoce, que “el sionismo internacional tiene la decisión de de dejarnos un país inerme”. No imaginemos nada, tantos años de escuchar “Pedro y el lobo” nos autoriza a decir que solo ha habido estupidez ideológica y corrupción grupal. El cuento de echar culpas a otros ya no va. Solo es potable para ignorantes o para “ejecutivos” de YPF, AySA o Aerolíneas que cobran 45.000 $ por mes.

 No, todo lo que nos sucede, ellos lo hicieron con medidas estúpidas y demagógicas; ellos fueron quienes inventaron un relato infame basado en la mentira, la imbecilidad y el resentimiento con el que han pretendido tergiversar todo- y reconozcámoslo, casi siempre con éxito gracias a nuestra indiferencia o cobardía- desde nuestra historia hasta una elemental regla de tres simple y a caballo de este cuento y con la tonta pretensión de “defender la mesa de los argentinos” posibilitaron la pérdida de diez millones de cabezas de ganado bovino y la disminución de la producción de trigo que nos ha llevado a niveles de 1910 y al precio del pan a 30$ el kilo. 

Ningún gobierno recibió lo que el campo argentino les entregó en diez años- 93.000 millones de dólares antes de impuestos en concepto de retenciones- y no hicieron ni escuelas, ni hospitales ni rutas; ni siquiera fueron capaces de racionalizar la logística del transporte de granos, solo fueron eficientes en hacerlos desaparecer. 

Solo a ellos le debemos la fuga de dólares, el cierre de las exportaciones, el filtro a las importaciones que han provocado que ni siquiera entren al país remedios oncológicos y la falta de inversión extranjera por la inseguridad jurídica de la que se han jactado estúpidamente en todos estos años de haber provocado. 

Y así podríamos seguir ad nauseam para tener una idea más acabada de que país nos dejará este mamarracho que algunos siguen llamando nacional y popular.

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