lunes, 30 de diciembre de 2013

Alto Calafate: el hotel “fantasma” que Báez les alquilaba a los Kirchner





30/12/13 

 Por Lucía Salinas

El Calafate. Enviada Especial

Clarín se alojó en una de sus habitaciones. Se ve lujo, pero poco movimiento para una inversión millonaria.




Con 103 habitaciones, el Alto Calafate se impone hace años como uno de los hoteles más lujosos de la Villa Turística santacruceña. Las opciones de alojamiento son cuatro: doble, doble superior, triple y suite. La tarifa más baja empieza en $ 1.475 la noche.


 El estilo patagónico en su decoración, un ambiente cálido, a veces se ve afectado por las intermitencias de Internet o una televisión con poca nitidez para semejante precio. Pero la polémica con el más emblemático de los hoteles de la familia Kichner no tiene que ver con estos detalles de servicio, sino con una sospecha mayor: si no se trata, en realidad, de un alojamiento “fantasma” que usó el matrimonio presidencial para hacer negocios turbios con el empresario más beneficiado con la obra pública, Lázaro Báez. Opositores hablan de “coimas y lavado”.

El Alto Calafate es gerenciado por Hotesur S.A., empresa creada en noviembre de 2003, a pocos meses de la asunción de Néstor Kirchner como presidente. A través de otra firma vinculada al empresario santacruceño, Valle Mitre, Hotesur recibió en concepto de “alquiler” $10,1 millones ($6,3 millones en 2010, $3,7 millones en 2011). Mientras conseguía contratos millonarios para realizar obras financiadas por la Nación, Báez les alquilaba cientos de habitaciones en hoteles a los Kirchner, plazas que casi nunca eran ocupadas. El secretario de la Presidencia, Oscar Parrilli, lo calificó como “un negocio entre privados” y hasta especuló con que el empresario lo hacía “seguramente para subalquilarlas”.

Esto jamás se comprobó

Clarín fue hasta el Alto Calafate y se alojó allí. El ingreso al hotel se vislumbra a la distancia, imponente, cercano al Aeropuerto y a 3,5 kilómetros del centro. La vista es privilegiada: desde el comedor, se ven el Lago Argentino y el Cerro Calafate. La habitación “Standar Queen” la más “básica”, es la que sale $ 1.475 por noche.

El movimiento que se ve es escaso. La mayoría de los que recorren los pasillos y los espacios en común son turistas extranjeros. Un empleado atiende amablemente a Clarín y explica: “Ahora tenemos más movimiento, es enero y a muchos extranjeros les gusta pasar fin de año en el Glaciar, pero a lo largo del año el trabajo es menor”. Después de contar detalladamente cómo son los servicios, el personal sólo se sonríe cuando se lo consulta por las denuncias que involucran al hotel con Lázaro Báez. Y ensayan una defensa. 

“Sabemos que lo que se dice es para perjudicar a la Presidenta, acá se comenta, pero no pasa de eso y no perjudicó en el ritmo de trabajo”, comentó una encargada reconociendo, de todos modos, que son pocas las veces que ese ritmo de trabajo es intenso, un “mal” que afecta a casi toda la plaza hotelera de la Villa (ver aparte). La duda vuelve: ¿para qué semejante inversión del matrimonio Kirchner, entonces?

A las 7 del sábado, comienza un mayor movimiento, cuando los transfer buscan a los turistas para un día de excursiones. La temperatura es mínima. “Hoy por hoy la ocupación puede ser del 60%”, parece exagerar una empleada que hace números en el aire. En el pequeño spa, que cuenta con una minúscula pileta, había sólo una persona. El personal prefiere hablar del futuro: “Se está construyendo una pileta de medidas acorde a la categoría del hotel, creemos que en enero se inaugura”. Más inversión para un negocio que, a la vista, no luce tan próspero.

En el restaurante, el desayuno es la principal convocatoria para los hospedados. Entre las 7 y las 10, la “ocupación” del salón nunca llega ni al 30% de las mesas. Un brasileño bromea: “Si sabía que era de ella (Cristina), no venía”.
                                                                                                                                                                                                                           
Para abonar a la teoría de un hotel con poco movimiento, un funcionario local recuerda que la propia presidenta Cristina dejó de visitarlo. “Antes, cada tanto, era una de sus salidas. Iba a lo de su sobrina (la hija de Alicia Kirchner radicada en Calafate) y tenía alguna que otra cena en el Alto”. Ya no.

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