sábado, 28 de diciembre de 2013

Que parezca un accidente





diciembre 28, 2013
 
 
 
 
 
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Mañana Sergio Massa lanza su armado nacional, que hasta ahora incluye anuncios de una mesa chica con Roberto Lavagna y Carlos Reutemann, Mario Das Neves, Jorge Busti y con fuertes toques de neokirchnerismo a cargo del ex Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner Alberto Fernández y de su ex ministro de justicia Alberto Iribarne. Este potpourri incluye al kirchnerista tucumano Gerónimo Vargas Aignasse, que lidera las acusaciones por corrupción en su provincia junto con el gobernador José Alperovich. 

Este conglomerado massista está contenido por una estrategia que se profundiza día a día. El tigrense está convencido de que el ajuste -ayer empezó el tarifazo en el transporte urbano y los vuelos de cabotaje- puede llevarse puesto al gobierno si se combina con una mayor inflación y una corrida cambiaria. Esto podría, a su vez, derivar en un adelanto de las elecciones presidenciales, lo que explica el apuro massista por conseguir un armado territorial. Y, sobre todo, los renovadores quieren evitar a toda costa aparecer como la oposición frontal por una sola razón: podrían ser acusados de golpismo, lo que es común por parte del kirchnerismo, y sufrir en consecuencia un severo desgaste para el 2015.

El caso es que el sciolismo tiene una situación no muy distinta. Anteayer el gobernador recibió un nuevo y discreto cachetazo por parte del cristinismo. Intentó que Martín Insaurralde quedara a cargo de la presidencia del Congreso del PJ bonaerense pero la orden de Olivos fue designar al histórico José María Díaz Bancalari. De este modo, Scioli, con Fernando Espinoza y Díaz Bancalari a cargo del partido, tiene su espacio achicado. 

El cepo que le impone Axel Kicillof, mucho menos concesivo que Hernán Lorenzino, lo obliga a un recorte de gastos que no le conviene políticamente, por otra parte. Ya son pocos los amigos de Scioli que apuestan a que CFK le abrirá la candidatura presidencial y el fracaso de Capitanich no consigue cambiar demasiado la impresión de que el cristinismo buscará candidatos propios aunque sea para sacar menos votos.

Así las cosas, un final anticipado de CFK no sería una mala solución para Scioli, si consigue que la Asamblea Legislativa lo elija como presidente interino. Desde allí podría intentar sucederse a sí mismo, aunque enfrente lo tendría a Massa ya lanzado.

Necesidades parecidas

 

En síntesis, por distintos caminos y con problemáticas muy distintas, tanto Massa como Scioli serían decididos partidarios de un adelantamiento de las elecciones presidenciales. Pero ambos también son conscientes de que son los principales sospechosos de cualquier operación que ponga en peligro la gobernabilidad. Ambos confían en que el remanente de poder que le queda al cristinismo se vea licuado por la inflación, la crisis energética y el dólar y que no haya necesidad de una confrontación política formal. 

De ahí que la ofensiva del Frente Renovador sea más bien silenciosa y que Scioli no se mueva un milímetro de la obediencia debida.
Torpe pero resistente, el cristinismo estira su final como puede y sabe todavía sacar provecho de una oposición que sigue anémica. En realidad, todos saben en Olivos que el peligro hoy pasa por Massa y que Scioli siempre estará allí, preparado para ver si el destino recompensa su persistencia.
 

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