lunes, 27 de enero de 2014

Fracaso K: ¿y después qué?







27/01/14 



EN FOCO

En los últimos años, el gobierno K nos ha acostumbrado a borrar con el codo lo que escribió con la mano. Sus contradicciones, sus marchas y contramarchas, son permanentes y por eso se fue configurando un escenario de total incertidumbre y desconfianza, sin reglas de juego claras, que estalló el viernes pasado cuando  se terminó avalando una devaluación del 22% del peso en menos de un mes. El tipo de cambio oficial cerró en 8 pesos por cada dólar, significando la mayor devaluación en 12 años.

Lejos de traer más tranquilidad, la suba del dólar auspiciada por el kirchnerismo no hizo más que echar leña al fuego. Los comerciantes están recibiendo el listado de precios de sus proveedores con incrementos superiores al 20%, lo que indefectiblemente se trasladará al bolsillo de los consumidores, cuyo poder adquisitivo se deteriorará nuevamente. 

Y lo más preocupante es que esto sólo es el comienzo: el año pasado la inflación cerró cerca del 30%,  y todo indica que 2014 superará ampliamente esa cifra (se estima que enero mostrará un incremento de casi 4% mensual), en caso de que no se adopten medidas que apunten a los solucionar los problemas estructurales de la economía.

“Cara de piedra”

Ayer, con una cara de piedra bien marcada, el jefe de gabinete, Jorge Capitanich confirmó que la única respuesta del gobierno será la de extender “los controles” y “los acuerdos” de precios. Es decir, insistir con las mismas metodologías que fracasaron olímpicamente, pretendiendo hacer creer que el costo de lo que significa una devaluación, en un sistema capitalista, puede ser contenido con aprietes o amenazas de militantes rentados, que ni siquiera tienen la capacidad para discernir conceptos mínimos de cómo se forman los precios en nuestro país.

Capitanich, además, anoche reconoció que no se cumplirá lo que el propio gobierno anunció el viernes. Es decir, el supuesto levantamiento del cepo para comprar dólares que sirve de ahorro no se implementará. “Lo que se otorgue será en función de que autorice la AFIP, en función de los ingresos declarados”, sostuvo el funcionario. Es decir, por ejemplo, si a un ciudadano se le vence un plazo fijo de 100 mil pesos (por ende, al estar bancarizado, está declarado), y quiere ahorrar en dólares no lo podrá hacer ya que el sistema de la AFIP, a lo sumo, le autorizara comprar unos cuantos dólares en función de una fórmula que sólo existe en la mente afiebrada del polémico titular de la AFIP, Ricardo Echegaray.   

Jornada clave

No bien abran los mercados, se podrá percibir cuál es la respuesta de los actores económicos a la devaluación. La realidad, que siempre es la única verdad, ya anticipa que se viene un nuevo cachetazo contra una administración gubernamental que carece de materia gris, y que está repleta de improvisados y aplaudidores que no tienen la más pálida idea de dónde están parados.

En apenas dos años, desde que el kirchnerismo decidió implementar el cepo cambiario días después de la reelección de CFK en las elecciones presidenciales, se aplicaron unas 25 medidas para endurecer y/o modificar las trabas para comprar divisas. Algunas de estas medidas contradecían, sistemáticamente, otras disposiciones que habían sido implementadas por el mismo gobierno pocas semanas antes. 

Ninguno de los parches aplicados tuvo el efecto buscado. Tantos el dólar oficial, pero principalmente la verde divisa que cotiza en el mercado informal, fueron aumentando su precio. Los números hablan por sí solos: el dólar oficial, el 28 enero de 2013, cotizaba a 5,05 pesos para la venta, es decir, 58% menos que el valor del último viernes. En caso del dólar marginal la variación también fue significativa: el viernes cerró a $12, cuando en enero del año pasaba estaba en $7,60, es decir, 55% menos. La devaluación, en términos reales, fue cercana al 60% en tan solo un año.

Estamos asistiendo al final de un ciclo. Los K han llevado su ineficacia, ineptitud y su corrupción a límites extremos, al punto que han transformado un ciclo económico internacional ampliamente beneficioso para América Latina –varios países del continente, de hecho, siguen mostrando indicadores muy positivos y tienen importantes excedentes de dólares- en una crisis local de características muy similares a la de 2001, con la posibilidad cierta de que haya un estallido social producto del acelerado deterioro económico. 

Estamos ante un gobierno que no sólo es incapaz de reconocer los problemas, sino que, además, lo niega. No adopta ni una sola medida para combatir la inflación. Peor aún, ninguno de los funcionarios que acompaña a CFK se atreve siquiera a mencionar esa palabra. No se puede esperar menos, de un gobierno cuya principal cabeza, como es la presidenta, muestra una alarmante bipolaridad que la hace escaparse de la realidad. De hecho hoy, cuando su propio gobierno rinda un duro examen ante los mercados, y en momentos en que la ciudadanía exige a viva voz decisiones racionales que garanticen la paz social, CFK ni siquiera estará en el país ya que decidió adelantar su viaje a Cuba.

Los funcionarios, que decidieron quedarse, no son garantía de nada. El equipo económico, que encabeza Axel “el marxista” Kicillof, está conformado en su gran mayoría por imberbes, sin experiencias de gestión, salidos de la militancia rentada universitaria que no tienen la capacidad ni la inteligencia para poder afrontar los problemas estructurales en materia económica. 

De seguir por este rumbo, Cristina y sus aplaudidores no tardarán en sufrir lo que solía advertir Perón: “cuando el pueblo agota su paciencia, hace tronar el escarmiento”.

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