Viernes 28 de febrero de 2014
Por Armando Ribas
Argentina y Cuba son dos ejemplos
parabólicos en el sentido compartido de parable en inglés y parábola en
castellano.
‘Parable’ significa: “Una simple historia que
ilustra una lección moral o religiosa”. En castellano la definición del
diccionario es similar y dice: “Narración de un suceso fingido del que se deduce
por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral”.
Conforme a estas definiciones The Economist publicó un artículo que tituló: “La
parábola Argentina; lo que otros países pueden aprender de un siglo de
declinación”. Me he permitido incluir a Cuba en el análisis pues allí también se
percibe la falacia de la izquierda que asuela al llamado mundo Occidental y
Cristiano.
The Economist reconoce los logros argentinos en
la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, tal como me permitiera
describirlo en mi libro “Argentina un Milagro de la Historia”. Si bien no voy a
considerar en esta oportunidad otros factores favorables que toma en cuenta The
Economist, tales como el clima, la belleza de su población y la productividad
de la Patagonia, voy a insistir en el reconocimiento de que todas estas
aparentes virtudes desaparecieron a partir fundamentalmente de 1943. The
Economist reconoce que la actual crisis argentina se debe al gobierno actual,
pero señala que ésta no es más que la última etapa de una secuencia de
populistas económicamente iliteratos que comienzan con Juan y Eva (Evita) Perón
(sic). Al mismo tiempo destaca que a principios del siglo XX, Argentina era el
país del futuro, crecía más que Estados Unidos y tenía un PBI mayor que
Alemania, Francia e Italia.
Inteligentemente The Economist señala que las
causas que determinaron la declinación argentina son el mayor peligro que
enfrenta hoy Occidente, pues el comunismo leninista habría desaparecido como
alternativa política, con la caída del Muro de Berlín. Hasta cierto punto
comparto ese criterio, y la Unión Europea es el mejor ejemplo del proceso de
deterioro económico que está teniendo lugar en función del Estado de Bienestar
que determina un nivel de gasto público insostenible.
Así The Economist se
preocupa y se pregunta qué pasaría si se destruye la Euro zona.
Las consideraciones de The Economist son de la
mayor envergadura para comprender la realidad de la historia argentina y así
como de la crisis actual. Es evidente que la política argentina por más de
setenta años ha ignorado las razones éticas y políticas que la colocaron entre
los primeros países del mundo a principios del siglo XX. La Argentina en aquella
oportunidad, le mostró al mundo que no era necesario ser ni anglosajón ni
protestante para lograr la libertad y el éxito político y económico. Me voy a
permitir insistir que si aquel éxito se debió a la Pampa húmeda, parecería que
se humedeció en 1853 y se secó en 1943.
Todo parece indicar que hoy en el ámbito
político se ignora que el factor determinante de la Argentina que fue, fue la
instauración y el cumplimiento de la Constitución de 1853, y su declinación la
consecuencia de su pertinaz violación. Ya parecería que invocar los derechos que
garantiza la Constitución es ser de derecha y por tanto descalificado éticamente
por estar a favor de los ricos. Consecuentemente nadie en la oposición parece
reconocer ese hecho trascendente que determinó la decadencia, y así han imperado
el fascismo y su generador el socialismo violatorios de los derechos
individuales. La izquierda también en Argentina tal como señala Thomas Sowell ha
monopolizado la ética, en nombre de la supuesta igualdad y los derechos del
pueblo.
Se ignora así la sabiduría de Alberdi cuando escribió: “El egoísmo bien
entendido de los ciudadanos, solo es un vicio para el egoísmo de los gobiernos
que personifican los Estados… Hasta aquí el peor enemigo de la riqueza del país
es la riqueza del fisco”. A los hechos me remito.
Es hora de que surja una oposición argentina
que rescate los valores de su historia, así como lo ha hecho The Economist, para
lograr que vuelva a ser lo que fue. Toda la labia de la izquierda que se funda
en los derechos del pueblo, de hecho significa la violación de los derechos
individuales y la suma del poder político absoluto, para satisfacer el egoísmo
de los gobiernos. En el momento en que la Sra. Carrió aparentemente ha dado un
vuelco filosófico político a su postura inicial y propone la necesidad de que la
oposición llegue a un acuerdo con el PRO, ella ha sido rechazada por el
representante de la izquierda, su socio político el Sr. Pino Solana. Por
supuesto esta oposición se debe a la ética de la izquierda conforme a la cual
cumplir con la Constitución es ser de derecha y por tanto estar a favor de los
ricos.
El otro aspecto del cinismo universal que se
manifiesta en la política internacional es el aparente desconocimiento de los
crímenes de Fidel Castro y de su hermano por más de 55 años. Así aparece
claramente en la última reunión del CELAC en la Habana donde los presidentes de
América Latina le rindieron pleitesía. Y traigo a colación la situación de Cuba
pues la considero la otra parábola en América. Cuba en 1959, a la llegada de los
Castro, era el país de América Latina con el mayor standard de vida. Era el
tercer país en televisión y el mayor productor de azúcar. Producía 5 millones de
toneladas por año; hoy produce cien mil. Y puedo reconocer que hoy compite con
Haití por ser el país más pobre de América.
Cuba, al igual que la Argentina, mostró que el
sistema que reconoce los derechos individuales es determinante del éxito
político y económico. A diferencia de la Argentina donde se creó en virtud de la
sabiduría filosófico política de sus padres fundadores de la Constitución de
1853, en Cuba llegó por ósmosis. Es decir, por la relación directa con Estados
Unidos y por tanto toda la actividad económica estaba en manos privadas. Por
ello cuando llegó la Revolución del 26 de Junio, me atrevería a decir que no
sabíamos a donde íbamos, por más que Fidel se explayó al respecto en su discurso
deLa Paloma donde expresó claramente su propósito de romper con Estados Unidos.
Hoy el pueblo cubano padece hambre y falta de libertad, pero ello se ignora en
el mundo. Tanto así que la Unión Europea ha propuesto un diálogo con los Castro,
y también el Sr. Kerry desde Estados Unidos en representación del presidente
Obama para derogar la falacia del embargo en la actualidad, y que la izquierda
falazmente denomina bloqueo. Me permito recordar una frase de martí: “Ver
cometer un crimen en calma, es cometerlo”.
Todo parece indicar que Venezuela con Maduro a
la cabeza desde la democracia mayoritaria insiste en seguir los pasos de Fidel
Castro tal como lo había propuesto Chávez en su Socialismo del Siglo XXI. Lo
único positivo de este lamentable proceso es que a diferencia del caso de Cuba,
no solo los venezolanos están teniendo conciencia de esa realidad, sino que
asimismo parece percibirse en el mundo. Al respecto de esta problemática vale
destacar el comentario de Esperanza Aguirre en su artículo “El Escándalo de
Cuba” refiriéndose al CELAC, donde dijo: “Lo verdaderamente asombroso de esta
cumbre es la naturalidad con la que todos los dirigentes de los países
participantes han rendido su tributo de admiración a la dinastía de dictadores
que sojuzga a Cuba desde hace 55 años”.
Entonces volviendo a la Argentina, creo
indispensable que surja en el ámbito político una voz que rescate la verdadera
historia argentina. O sea proponga claramente la imperiosidad del cumplimiento
de la Constitución de 1853, y consecuentemente el respeto por los derechos
individuales que ella garantiza. “La vida, la libertad, la propiedad y el
derecho a la búsqueda de la propia felicidad”. Como bien señalara Alberdi: “Las
sociedades que esperan su felicidad de manos de sus gobiernos, esperan una cosa
que es contraria a la naturaleza humana”. Y en ese sentido puedo decir que ese
derecho lo reconoce el artículo 19 de la Constitución Nacional. Gracias The
Economist por recordarnos la grandeza de la historia argentina, y esperemos que
la recuperemos.
Fuente: www.atlas1853.org.ar
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