sábado, 22 de febrero de 2014

Inflación: Cristina se sigue lavando las manos



22/02/14 - 17:27hs



Ayer, durante un acto en Florencio Varela, volvió a disparar munición gruesa contra los empresarios y comerciantes por los aumentos en los precios de los productos  

Cero autocrítica. Eso es lo que deja entrever la presidenta Cristina Fernández cada vez que habla de temas espinosos, sobre todo en lo que respecta a la situación económica que atraviesa el país. Es que, en vez de hacerse cargo de las pésimas políticas para frenar la inflación, la Jefa de Estado prefiere lavarse las manos.

Alcanza con sólo analizar las palabras que deslizó ayer, durante un acto en Florencio Varela, en donde decidió poner en tela de discusión a comerciantes y empresarios, pero nada dijo de los graves errores cometidos de puertas para adentro.   

En este marco, Cristina Fernández les pidió a los “grandes formadores de precios” que “no maten a la gallina de los huevos de oro, que les han dado muchísimos huevos, les han llenado la canasta”.

Pero la falta de ideas del Gobierno nacional para ponerle coto a la suba de precios se notó mucho más cuando la Presidenta instó a “todos los argentinos que tienen la inmensa suerte de estar un poquito mejor que el resto, colaboren”.

“Que colaboren a que la Argentina siga por este sendero, porque cuando perdimos el rumbo, salvo a muy poquitos, le terminó yendo mal a todos”, enfatizó la mandataria nacional, en un discurso cargado de ironía.

Un ejemplo que no muestra la realidad

Además de deslindar responsabilidades, Cristina Fernández advirtió que espera de comerciantes y proveedores que tengan “la misma actitud que tuvo un señor de Mar del Plata”, a quien identificó como Juan Rey, dueño de un negocio, quien se negó a subir precios de artículos escolares.

Sin embargo, el escenario actual muestra que son muy pocos los que pueden llevar a cabo tamaña iniciativa, sobre todo teniendo en consideración que es la propia inflación -producto de las malas gestiones K a nivel económico- la que lleva a que aumenten los precios. En un sistema capitalista, de nada sirven los aprietes y las amenazas.

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