jueves, 27 de marzo de 2014

El cristinismo no está preparado para enfrentarse con la izquierda revolucionaria en los gremios

marzo 27, 2014



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Hace más de tres años venimos anticipando desde esta columna sobre el avance en el movimiento obrero y en el estudiantil de la denominada izquierda revolucionaria, que aquí en la Argentina se identifica con el trotskismo y que proviene de una larga lucha en la historia política argentina en la cual los resultados se ven 40 años después. Y así como los Montoneros fueron echados de la Plaza por el general Perón en 1975, un sector del peronismo se identificó con esa facción al llegar al gobierno el 25 de mayo de 2003, tal fue lo que hizo el kirchnerismo.

 Volviendo a los orígenes del actual auge trotskista, nos remontamos a un episodio ocurrido en la década del sesenta en el barrio de Recoleta, más precisamente en la calle Posadas, donde un grupo del Partido Revolucionario de los Trabajadores sección El combatiente, liderado por Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y otros guerrilleros decidieron pasar a la lucha armada en la Argentina. Así nació el ERP, más conocido como Ejército Revolucionario del Pueblo. En tanto, el sector mayoritario del Partido Revolucionario de los Trabajadores sección La Verdad, encabezado por el ideólogo Hugo Miguel Bressano, más conocido como Nahuel Moreno, optó por la movilización de las masas en el frente obrero y estudiantil.

 En las elecciones de octubre del ‘75, cuando triunfó la fórmula Perón-Perón, se presentaron a las mismas con la fórmula presidencial Coral-Cipponi, que obtuvo pocos votos aunque tuvo una presencia importante en las universidades con la TERS (Tendencia Universitaria Revolucionaria Secundaria) y durante el proceso, aunque no participó de la lucha armada, sus militantes fueron perseguidos y asesinados. A partir de la vuelta de la democracia, siguieron con su política en las bases, sin mucho éxito, mientras sus primos hermanos del ERP infiltraban el Partido Intransigente de Oscar Alende. Nahuel Moreno siguió adelante con su partido, que incorporó a Jorge Altamira, el joven abogado Luis Zamora y la también recién iniciada Vilma Ripoll. Su representación legislativa en todos estos años fue escasa. Recién con el advenimiento del kirchnerismo su crecimiento fue explosivo en gran parte porque el Partido Comunista Argentino, liderado por décadas por Victorio Codovila, fue cooptado por los K.

Un crecimiento geométrico

 

En el proceso post 2003, Alejandro Mosquera y Martín Sabbatella, venidos del PC, ingresaron al FREPASO y, como el kirchnerismo compró la convocatoria de éste, como dijo Jorge Asís, numerosos dirigentes se pasaron con Néstor Kirchner, especialmente los que manejaban el denominado “oro de Moscú”. Así fue que se sumaron Carlos Heller, el mascarón de proa de la banca comunista, y Hugo Sigman, el zar de los laboratorios farmacéuticos y testaferro de Fidel y Raúl Castro, que penetró también en el la cadena agroalimentaria de la Argentina. Y también el joven líder del PC, Patricio Echegaray.

Ese vacío que dejó la izquierda fue ocupada hábilmente por Altamira y los jóvenes turcos como Néstor Pitrola y Marcelo Ramal, este último, economista como Altamira, apareciendo también jóvenes diputados nacionales que entraron por Salta y Mendoza y, además, sumándose otros partidos trotskistas como el PTS de Cristian Castillo, otro economista, el MAS y otros grupos. También cabe destacar la Corriente Clasista y Combativa de Carlos Alderete, perteneciente al chinoísta Partido Comunista Revolucionario, como siempre liderada por el legendario Otto Vargas.

A partir de la huelga en el 2010 en la alimenticia Kraft, que duró varios meses y en las luchas de los metrodelegados siguieron avanzando también en la Universidad de Buenos Aires ante la corruptela peronista-radical de Franja Morada que vació las facultades de educación y de dinero. Los trotskistas se consolidaron como una fuerza importante en las legislativas con el FIT. Ahora en la huelga docente no hay que mirar tanto a Roberto Baradel, Mirta Petrosino o Stella Maldonado porque los que lideran la huelga permanente hasta lograr el 35% de aumento son Romina del Pla, de la seccional La Matanza, y Alfredo Cáceres, del Tigre, dos puntales del Partido Obrero en la docencia.

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