domingo, 20 de abril de 2014

Lanata, el factor estresante



Por  | LA NACION
 
Se le escuchó decir a Jorge Lanata que si le conseguían una nariz roja también podía hacer de Piñón Fijo por la mañana, aparte de la radio.

Así, el periodista estrella del Grupo Clarín se tomaba con humor la sobreexposición que se hace de él en estas horas por El Trece, a cuya pantalla regresó el domingo último con la tercera temporada de Periodismo para todos. No sólo se lo vio mucho en los separadores de las tandas y en los avances del programa, sino que visitó otros ciclos de esa señal sin descanso y TN repitió sus informes.

Tal vez a Lanata le sentaría más un régimen similar al que solía tener en sus tiempos de esplendor Tato Bores (temporadas cortas, de mayo a octubre).

Es consciente de que un ciclo de temas políticos y de investigación dura tiende a un desgaste mayor que otro de mero entretenimiento (aunque el de Lanata también lo sea en buena parte). Tampoco se le pasa por alto que el fenómeno se agudizaría aún más si por algún milagro las condiciones económicas mejorasen sustancialmente.

En el contexto de una TV abierta con rating menguante se achican las posibilidades de elegir y las primerísimas figuras también deben estar en el frente de batalla aun a costa de sacrificios personales. En su caso, deberá seguir con PPT hasta fines de noviembre.

Pero a Lanata le cae todo junto: después de un verano bravísimo a nivel de salud -a las tres diálisis semanales, en sesiones de cuatro horas, se le sumó una operación de urgencia de vesícula en Nueva York, otra en las manos y últimamente le pusieron cinco stents- le llegó el debut televisivo al mismo tiempo de la salida de su nuevo libro 10 K. La década robada. La editorial Planeta dispuso un megalanzamiento de 70.000 ejemplares y ya viene en camino un refuerzo de 50.000 más. El libro de 580 páginas pretende dejar una documentación detallada (y demoledora) sobre las tres gestiones kirchneristas. No habrá presentación en la Feria del Libro porque desde que se volvió más estelar, a Lanata se le acentuó un poco más el costado fóbico. Pero el libro ya tiene asegurada su distribución internacional: Planeta lo lanzará el mes que viene en México y Colombia. Y tras el Mundial, circulará en Brasil y España.

Como sucedió en anteriores temporadas, el Gobierno apostó a neutralizar los efectos del primer PPT de 2014, que ya venía anunciando su informe sobre el narcotráfico en Rosario. Esta vez le tocó al histriónico Sergio Berni adelantarse con su sorpresivo desembarco en esa ciudad al mando de dos mil efectivos de fuerzas federales. El gobierno santafecino reclamaba desde hacía rato esa ayuda, pero tuvo que visibilizarla Lanata para que se concretara. Los aparatosos desplazamientos del secretario de Seguridad sumaron un plus de curiosidad al público, por conocer más de ese fenómeno, lo que potenció a Lanata. Aunque no lo quiera, el Gobierno siempre termina siéndole funcional.

Berni, con asombroso don de ubicuidad, dirigía sus tropas en Rosario casi al mismo tiempo que en Buenos Aires no dejaba de asistir a cuanto programa de TV lo invitara y cumplió con el rito mediático de derribar el búnker que mostró Lanata. Luis D'Elía, paralelamente, aportó lo suyo con un acting taquicárdico, que repitió en ciclos amigos, y que incluía el obvio enchastre de imputarle la invención de la droga al "padre" del kirchnerismo, Eduardo Duhalde.

El informe de Periodismo para todos constó de tres partes (búnkeres, los valientes raperitos en contra de los narcos y los sicarios). Su producción demandó un mes y medio de trabajo en Rosario de dos equipos distintos.

Como si se tratase de un diálogo áspero a la distancia entre el programa y el Gobierno, Berni se aseguró su propio show televisivo sobre el mismo tema, aunque muchos dudaron de su real eficacia.

Las usinas de propaganda K también enfocaron otro flanco frágil: ¿sicarios o extras?
Es que Lanata entrevistó a dos supuestos asesinos a sueldo del narcotráfico a quienes no se les vio las caras y se distorsionaron sus voces. Hay quienes se preguntaban qué sentido podría tener para personajes de esa calaña arriesgarse a presentarse por TV. Otros se mostraban preocupados de que lo visto pudiese inspirar malas ideas en algunos televidentes. ¿Es ético mostrarlos? Lanata ha dicho más de una vez que si tuviese la posibilidad entrevistaría al mismísimo diablo.

¿Pudieron ser artistas contratados, como caricaturizaron desde los programas de Diego Gvirtz? Obviamente es una versión que se descarta en la producción del programa que reconocen, en cambio, haberse conectado con dos estudios de abogados rosarinos que defienden a esa clase de hampones.

PPT cuesta aproximadamente medio millón de pesos por emisión y consta de dos áreas de trabajo: artística y periodística. Concebido como una suerte de show de la noticia, los jueves Lanata se reúne con los tres guionistas del programa que le aportan material para el monólogo inicial y para los sketchs con imitadores. El programa empieza leve y zumbón para pasar, en un segundo tiempo, a ponerse serio, con un informe de fondo. Al Gobierno no le hace gracia ninguna de las dos partes. Y esta noche no la pasarán bien ni el juez Norberto Oyarbide ni el subsecretario legal y técnico Carlos Liuzzi. Una vez más, habrá que verlo.

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