viernes, 27 de febrero de 2015

Política Al filo de la impunidad: la Biblia y el calefón





27/02/15 - 06:12hs

EN FOCO

“Igual que en la vidriera irrespetuosa de los Cambalaches se ha mezclao la vida y herida por un sable sin remaches, ves llorar la Biblia contra un calefón” Enrique Santos Discépolo (Cambalache)

La Biblia y el calefón fueron dos elementos que, de forma magistral, utilizó Enrique Santos Discépolo para describir en su tango Cambalache la decadencia que vivía la Argentina en los años ´30. Era una época donde la degradación política, económica, institucional y social había llegado al punto de que el papel de un texto sagrado era usado para fines higiénicos en los baños de las barriadas populares.

Ochenta años más tarde, la decadencia que ahora estamos viviendo los argentinos, ante un gobierno que ha decidido terminar su gestión de la peor forma, es muy similar a la que se vivía en la llamada década infame. Una clara muestra de ello fue la imagen de la presidenta tomando juramento a Aníbal Fernández y a Eduardo “Wado” de Pedro, como jefe de gabinete y secretario general de la Presidencia respectivamente. En otras palabras, el ministro coordinador pasará a ser un político que, según las crónicas periodísticas de los años 90, tuvo que esconderse en el baúl de un auto para fugarse y no terminar preso en Quilmes, cuando era intendente. En tanto, De Pedro representa al núcleo duro de La Cámpora, la agrupación de militantes rentados que ha generado desastres económicos y administrativos en cada una de las áreas por las que pasó. Lo sucedido en Aerolíneas Argentinas, donde se despilfarraron más de 1500 millones de dólares en el último lustro, es una clara muestra de ello.

Como si todo esto fuera poco, la frutilla del postre fue ver las imágenes de Amado Boudou, el primer vicepresidente procesado por corrupción en ejercicio de sus funciones, aplaudiendo y sonriendo durante la jura de los nuevos funcionarios, como si estuviese en una fiesta de cumpleaños. Estamos hablando de un personaje que cosecha niveles de repudio pocas veces visto en la sociedad. Pero no es el único: algo similar sucede con la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, que ayer estuvo en primera fila. A diferencia de Boudou, Bonafini ni siquiera fue imputada por la Justicia cuando existirían sobradas pruebas que desde su fundación se malversaron más de $700 millones que, en lugar de haber destinado a construir viviendas sociales, habrían terminaron en los bolsillos del parricida Sergio Schoklender (quien durante años fue el hijo putativo de Bonafini), de su hija y de otros personajes oscuros vinculados al kirchnerismo.

Lamentablemente la degradación también parece estar enquistada en el poder judicial. Ayer, casi al mismo tiempo que se anunciaba el recambio ministerial,  se conoció que el juez Daniel Rafecas se quiso sacar un pesado problema de encima y desestimó la denuncia que el fiscal Alberto Nisman había presentado contra Cristina Kirchner antes de morir por supuesto encubrimiento a Irán en la causa AMIA por "inexistencia de delito".

Por un lado, la medida del magistrado echa por tierra la existencia de un partido judicial que, según la presidenta, tiene intenciones destituyentes. La decisión de Rafecas no sólo demuestra que hay jueces y fiscales que son absolutamente funcionales al poder político, sino que una parte más que importante del sistema judicial está integrada al universo K. 

En ese contexto, si la Cámara de Apelaciones no revierte el fallo de Rafecas, se terminará imponiendo, una vez más, la impunidad, como ocurrió en numerosas ocasiones durante los últimos años y que permitió, por ejemplo, que ayer Bonafini estuviese sentada en primera fila.

En los últimos años, en numerosas ocasiones, en las páginas de nuestro diario describimos y denunciamos la forma infame en la que proliferan los jueces y fiscales con padrinos políticos. Contamos cómo muchos de los funcionarios judiciales que no cumplen con mínimos requisitos legales y morales terminaron llegando a puestos clave para administrar Justicia, teniendo en su mano la capacidad de definir sobre la vida y la hacienda de los ciudadanos. Este mismo sistema corrupto es el que lleva a que, ante las graves denuncias que venimos realizando en la página del diario Hoy respecto a la corrupción enquistada en la AFIP, muchos funcionarios judiciales se hagan los desatendidos.



Por ejemplo, el Juzgado Federal Nº 1 de La Plata hace más tres meses que está dilucidando si son o no son competentes para intervenir en la denuncia penal del diario Hoy contra Ricardo Echegaray y contra las más altas autoridades del organismo recaudador que intervinieron por los aprietes contra nuestro diario, al que quieren hacer desaparecer por nuestras editoriales e investigaciones. En la denuncia se les imputa los delitos de los deberes de funcionario público, abuso de autoridad, falsa denuncia, violación de secretaros y tráfico de influencias.

Asimismo, es la impunidad la que lleva a que la presidenta haya aumentado su patrimonio en más de 1000% en los últimos años, utilizando declaraciones juradas que fueron dibujadas por funcionarios de la AFIP que así colaboraron para que se archivaran una denuncia por enriquecimiento ilícito. Mientras tanto, ese mismo organismo recaudador, con total desparpajo, aprieta las clavijas contra empresarios, comerciantes y ciudadanos de a pié por el simple hecho de expresar públicamente su disidencia con el rumbo del gobierno, 

Esperemos que los funcionarios judiciales honestos no se queden con los brazos cruzados. Y den pelea para que la división de poderes vuelva a existir y la Argentina siga siendo una República. Que así sea. 


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