El Máximo delirio de La Cámpora

20/03/15 - 18:11hs

Desde la agrupación juvenil piden que Máximo Kirchner sea quien pelee la candidatura K para reemplazar a Cristina Fernández. Su escasa inserción política en la población y los delirios de superioridad que la sumergen en un estado de esquizofrenia difícil de salir.

La locura política de muchos de los seguidores más fervientes del espacio oficial pareciera no tener límites. Fracasados sus intentos de crear una “Cristina eterna”, ahora vuelven al ruedo pidiendo que sea Máximo Kirchner quien pelee el lugar del kirchnerismo para reemplazar a su madre de la primera magistratura.

Así lo manifestó el diputado provincial José Ottavis, quien muy suelto de cuerpo afirmó que "a nosotros nos gustaría que fuera Máximo (Kirchner) el Presidente, o Wado (de Pedro), el Cuervo (Larroque) o Axel (Kicillof), porque estamos orgullosos de esta generación".

Lo que Ottavis prefiere obviar, son las múltiples complejidades que ha tenido La Cámpora cada vez que se hizo con espacios de poder. Los fracasos cosechados por la agrupación juvenil son grandilocuentes, y los casos más palpables son el de Mariano Recalde en Aerolíneas Argentinas, Axel Kicillof en el Ministerio de Economía, o la cueva de ñoquis camporistas que significó la Fábrica Argentina de Aviones “Brigadier San Martín” (FAdeA).

Si hay algo que ha caracterizado a Máximo Kirchner a lo largo de la mal llamada década ganada, es su bajo perfil e intentar pasar lo más desapercibido posible, además de las palabras de su propia madre definiéndolo como un fanático de la PlayStation y su imagen de ser una persona poca apegada al trabajo duro como la mayoría de los argentinos.

Las escasas palabras en el acto de Argentinos Juniors en septiembre del año pasado, le sirvieron al hijo presidencial para presentarse en sociedad y para que los militantes rentados de La Cámpora sueñen con un gran futuro político para él, más allá de su escasa preparación intelectual que lo llevó al propio Néstor Kirchner a mantener a su primogénito en tierras santacruceñas cobrando los alquileres de las propiedades familiares por no confiar en sus capacidades de político.

Vale recordar que el descendiente masculino de la Jefa de Estado, no se ha sabido preparar para participar en política, y para ello sobra la muestra de que comenzó en su juventud a estudiar periodismo en La Plata y abandonó. Lo mismo hizo en la carrera de Abogacía.

Su mediocre preparación educativa es una de las principales contras con las que cuenta Máximo Kirchner, más si se lo quiere presentar como un ser pensante con niveles de estadista tal como se plantea desde la agrupación juvenil, algo que parece estar totalmente alejado de la realidad.

Pero no sólo los problemas surgen para el hijo presidencial, sino también para el resto de los nombres camporistas que sueñan con ocupar el sillón de Rivadavia. El poco apego al trabajo es algo que puede verse en hombres como Andrés “Cuervo” Larroque y Eduardo “Wado” De Pedro, cuyo trabajo legislativo es casi nulo y sólo están presentes para poner la cara en los proyectos oficiales o preocupándose para sumar más Gasto Público con militantes de la agrupación en distintos rangos de la función estatal.

En la misma situación se encuentra Axel Kicillof, cuya llegada al Ministerio de Economía significó la esperanza de la juventud K de un renacer del país, y analizando los datos crudos de la realidad, sólo puede observarse el grave retroceso de la economía nacional en todos sus niveles, demostrando que no está hecho para la función pública.

La falta de madurez política que ha mostrado La Cámpora, la ha llevado a encerrarse en sí misma, siendo muy ineficaz a la hora de entablar una relación con la sociedad, que la ve más como una secta se seguidores fanáticos de la Jefa de Estado, que de una agrupación política que pueda comandar los destinos de un país. Ahí radica su principal problema y el por qué no ha sabido llegar a la ciudadanía con su propuesta y el por qué sus candidatos pierden en cuánta elección se han presentado.

El mensajero menos indicado

José Ottavis, es el diputado provincial y vicepresidente de la legislatura bonaerense, que pidió públicamente que Máximo Kirchner sea candidato a presidente por el espacio K.

Oriundo de San Isidro, Ottavis pareciera ser la persona menos indicada para hablar ante la gente, ya que su pasado lo condena. Fue denunciado por violencia de género por su exmujer, Laura Elías, quien afirmó que fue golpeada “durante mucho tiempo por él”.

Sufrió el escarnio público cuando durante una sesión, se mandaba mensajes de texto con una compañera de bloque donde aseguraba  “150 mil por cabeza ofrecen a los diputados de la opo según palabras de Valeria Arata (diputada de la UCR). Se está corriendo eso ...”.

Ottavis fue acusado en reiteradas ocasiones por supuesto enriquecimiento ilícito, al mantener un nivel de vida que no se condice con los ingresos en blanco que dice tener.

En las últimas horas, se supo que varios de los espías que fueron contratados por Oscar Parrilli para la nueva Agencia Federal de Inteligencia creada por el kirchnerismo, responden políticamente a él.

Ñoquis e ineficaces

Si hay algo que reina en la cabeza de la gente, es que la mayoría de los jóvenes que militan en La Cámpora, no lo hacen por sentimiento y por vocación, sino con la intención de recibir algo a cambio, de ahí que se los asemeja como militantes rentados.

El haber sumado innumerable cantidad de sus “cuadros políticos” a las funciones estatales, les quitó poder de convencimiento ante la sociedad, porque se dicen herederos de los militantes de los años ’70, pero en esos años se militaba por vocación y no por un puesto en el Estado como sucede ahora.

Aerolíneas Argentinas, la Fábrica Argentina de Aviones “Brigadier San Martín” (FAdeA), la Jefatura de Gabinete, el Congreso nacional y otros organismos estatales, son testigos de cómo La Cámpora gana espacios de poder dentro de estos órganos públicos.


El dicho popular suele decir “billetera mata galán”, y eso parece ejemplificarse en la agrupación K, donde el oportunismo se junta con una gran ineficacia para llevar a delante sus ideas, que evidencian una total lejanía con el poder.