miércoles, 25 de marzo de 2015

Los mayores riesgos electorales para el gobierno vendrían de afuera





marzo 25, 2015


Por Carlos Tórtora

El fugaz conflicto entre el gobierno nacional y el Citibank se cerró al anunciar éste que finalmente pagará los bonos de deuda bajo ley argentina, después de haber recibido autorización por parte del juez neoyorquino Thomas Griesa, en pleno conflicto judicial con los holdouts. La filial local de la entidad financiera abonará los vencimientos correspondientes al 31 de marzo y al 30 de junio próximo. Griesa, luego de haberse negado este mes a autorizar el pago, aceptó ahora que “no impedirá” a la filial argentina del Citibank abonar los vencimientos de los bonos, para que la entidad no llegue a un conflicto con la ley local. De todos modos, ordenó también que “ejecute la salida” del negocio de la custodia de bonos del país. CFK le advirtió al Citibank el viernes pasado que tenía que cumplir la ley argentina respecto del pago de los vencimiento de títulos de deuda argentina, y remarcó que el Gobierno iba a “custodiar los derechos de esos bonistas”.

Más tarde, el Ejecutivo aumentó todavía más la presión al designar un veedor, el vicepresidente de la Comisión Nacional de Valores, David Jacoby, para controlar el proceso de pago de los títulos argentinos que vencen el 31 de marzo.
Según el comunicado de la filial argentina del Citi, “la Corte del Distrito Sur de Nueva York emitió una estipulación y orden por la que, entre otras cosas, no impedirá a Citi que su sucursal de Argentina: 1) cumpla con sus obligaciones de procesamiento de pago en relación a los intereses de los bonos en dólares bajo ley Argentina, que podrán ser pagados el 31 de marzo (y también el 30 de junio, bajo determinadas condiciones) y 2) que ejecute su salida del negocio de custodia de títulos en Argentina -proceso que se llevará a cabo en total acuerdo con las leyes y regulaciones vigentes”. Este episodio fue, sin embargo, un alerta de cómo puede alterar el frente externo el mercado financiero y a la vez generar efectos políticos. Ya prácticamente en campaña electoral, sería importante detectar qué hechos probables en los próximos meses pueden incidir en el mercado financiero y en consecuencia sobre la marcha del proceso electoral.

Por ejemplo, hasta la fecha están la caída del precio del petróleo (que podría beneficiar al país pero perjudica a YPF, que se comprometió a pagar precios crecientes a Chevron). También hay que contabilizar la caída de las exportaciones, la devaluación del real, las declaraciones de Carlos Molinari comprometiendo más a Lázaro Báez, los hoteles de Cristóbal López facturando a Hotesur. Todos estos episodios que no produjeron efectos políticos profundos. Para trazar una hipótesis de máxima, si en los próximos días se descubriese, por ejemplo, que el Teniente General César Milani es responsable de la muerte de Alberto Nisman, o que Edesur pide su quiebra, etc., podría haber un movimiento puntual en el mercado financiero, que a los pocos días sería sofocado por la contraofensiva del Banco Central, la AFIP, la Gendarmería, etc.

De afuera hacia adentro


A la inversa, las consecuencias podrían ser más graves. Es decir si externamente se provocara un cimbronazo que llevara a un estallido económico de proporciones. Sin duda que el mayor peligro está en una o varias malas noticias del exterior que afecten seriamente a la gobernabilidad o a la economía argentina. De ese tipo de “malas noticias” hay unas cuantas con cierta probabilidad de ocurrencia en los próximos meses. Algunas, pero no en forma taxativa, podrían empezar a gestarse por estos días. Por ejemplo, La Corte de Apelaciones del Segundo Distrito de Nueva York postergó para la semana que viene la audiencia prevista para ayer para que Argentina presentara los fundamentos contra la declaración de “desacato” del juez Thomas Griesa. Ayer estaba prevista la audiencia para que los abogados de Argentina presentaran los argumentos de la apelación que formuló el Estado nacional contra la declaración de “desacato” que dictaminó el juez Thomas Griesa el 29 de septiembre del año pasado. La Corte de Apelaciones de Nueva York pospuso la audiencia para la semana que viene.

Lo cierto es que la apelación argentina por el desacato tiene probabilidad de aceptación casi nula. Por supuesto que, para demorar, la Argentina intentará un certiorari ante la Corte Suprema, pero o la Cámara no hará lugar o la Corte lo rechazará sin más tramites. Con el desacato firme, el Juez Griesa debe pedirle un informe al mediador Daniel Pollack, quien manifestará que el país no quiere negociar. A partir de esto, el Juez tendrá que dar intervención al Solicitor para evaluar las sanciones.

Quedan en tanto pendientes en la Corte Suprema de Washington dos apelaciones de la Argentina, referidas a que el Banco Nación y el Banco Central, ambos son “alter ego” del Estado. Si se confirman los fallos de Griesa, si bien los activos de esos bancos no son embargables en USA (por la FSIA) sí lo son fuera de USA, con lo que los holdoutspueden volver al Banco de Ajustes de Basilea con la sentencia en la mano para embargar las reservas.

También está pendiente, y se resolverá en los próximos dos meses, la última apelación de Argentina ante la OMC, la que, por las declaraciones de Economía, también será rechazada. Esa sanción habilita a cualquiera de los 40 Estados demandantes a establecer restricciones simétricas a los productos argentinos.

Otro tema que puede incidir electoralmente es la posibilidad de que la Reserva Federal aumente las tasas de interés en los próximos meses. Ese aumento decretará formalmente el fin del ciclo alcista de los commodities, con el consiguiente perjuicio para nuestras exportaciones tradicionales.

Pero la lista de riesgos es más extensa y compleja. Hay otros factores que pueden golpear a la economía argentina aun sin tener vinculación directa con la economía. Uno es la actitud que tome Barack Hussein Obama al hacerse público lo que él sabía en privado: los acuerdos Irán, Venezuela, Argentina. No es probable que pase mucho tiempo en que algún Secretario de Estado sea interpelado en el Congreso con el consiguiente endurecimiento de USA ante Argentina. También se ha hecho público lo que la CIA le informó a su Gobierno de las cocinas de cocaína en una zona liberada de la Capital Federal, custodiada por un pequeño ejército peruano. Si a esto se le suma el lavado de dinero mediante empresas de papel por Lázaro Báez, Cristóbal López, etc. y las eventuales revelaciones sobre la intervención de servicios venezolanos en la muerte de Nisman, no sería nada raro que Obama declare a nuestro país como un peligro para la seguridad de USA.

Mientras tanto, aquí los bancos y las compañías de seguros tienen tantas restricciones para la compra de activos externos que lo único que pueden hacer es colocar sus excedentes monetarios en LEBAC (como lo están haciendo los organismos públicos). La recesión redujo bastante los créditos que toman las empresas, por lo que los bancos colocan los sobrantes en Letras. Pero en octubre hay elecciones con resultado incierto, por lo que es de suponer que muchos empresarios evitarán hacer colocaciones a plazo fijo a 180 días y buscarán alternativas vinculadas al dólar (Dólar Bolsa, Contado con liqui, Títulos públicos en moneda extranjera o, simplemente y ante la posibilidad de una devaluación, mercadería que cotice en dólares). De modo que es coherente pensar que a partir de abril vaya disminuyendo el stock de Letras del BCRA, lo que sumado a la liquidación de la cosecha gruesa, cuyos dólares el Central los compra con emisión, provoque un aumento sensible de la liquidez que impulse la cotización del “blue”.

Más allá que el dólar pueda subir un par de pesos, por la inseguridad del resultado electoral, por la mayor liquidez o por la inflación asociada la los resultados de las paritarias, el hipercontrol del gobierno sobre las variables económicas internas haría que sólo se produzca una crisis interna si la genera un factor externo de importancia.

 El gobierno pensaba devaluar a fines del año pasado, pero la salida de Antonio Stiuso de la Secretaría de Inteligencia, con consecuencias que no podían prever, y luego el asesinato de Nisman, lo hicieron cambiar hacia tratar de “durar” sin hacer cambios importantes. Obviamente, con un Banco Central quebrado, esa estrategia es un castillo de naipes que no resiste un soplo fuerte del exterior.

En cuanto si el Gobierno de Obama está enterado de lo que el público local ignora, cabe recordar que el año pasado se supo que la CIA espiaba a Angela Merkel, así que también saben cuándo cambia su ropa interior cada funcionario nuestro.

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