martes, 14 de julio de 2015

El narcotráfico divide al kirchnerismo



Martes 14 de julio de 2015 | 00:44



Por  | LA NACION


Algo impensado está ocurriendo en la provincia de Buenos Aires: el narcotráfico ha comenzado a dividir al kirchnerismo en plena campaña electoral, justo después de que elpapa Francisco, durante su visita a Sudamérica, exhortara a combatir la droga en la región.
La disputa la introdujo el massismo, cuando su postulante a la gobernación, Felipe Solá, inició una dura confrontación con el precandidato del Frente para la Victoria (FPV) Aníbal Fernández, al compás del lema "Drogas sí, drogas no". Pero la discusión rebotó rápidamente dentro del oficialismo, cuando los adversarios internos del actual jefe de Gabinete, Julián Domínguez y Fernando Espinoza, buscaron diferenciarse de Fernández en esta cuestión.
Espinoza, actual intendente de La Matanza, expresó en el ciclo Conversaciones de LA NACION que hablar de "marihuana libre" es "una locura" en el distrito bonaerense. "La provincia de Buenos Aires no es Amsterdam", afirmó, en respuesta a un viejo proyecto de Fernández para despenalizar el consumo de drogas. De paso, el compañero de fórmula de Domínguez sostuvo que "antes de despenalizar el consumo, habría que generar más y mejor educación y más presencia del Estado en la prevención". Una llamativa crítica elíptica al gobierno nacional.
La disputa la introdujo el massismo, cuando su postulante a la gobernación, Felipe Solá, inició una dura confrontación con el precandidato del Frente para la Victoria (FPV) Aníbal Fernández.
Fernández alimentó la controversia, aunque esta vez con la oposición, cuando insistió en que la Argentina sigue siendo un país de tránsito y no de producción de drogas. Tanto desde el massismo como desde el Pro se le respondió con dureza y se lo acusó de no decirles la verdad a los argentinos.
El kirchnerismo quedó así enfrascado en un debate en el que tiene mucho más para perder que para ganar. Basta con advertir que, tal como lo ha denunciado la Iglesia, la actividad delictiva de los narcotraficantes no ha dejado de crecer en los últimos años por la ausencia del Estado para prevenirla y combatirla.
Aníbal Fernández alimentó la controversia cuando insistió en que la Argentina sigue siendo un país de tránsito y no de producción de drogas.
Lo cierto es que el nivel de consumo per cápita de cocaína y marihuana se duplicó durante la última década en el país; que la Argentina es, después de Brasil, una de las naciones sudamericanas donde más laboratorios de drogas ilícitas son decomisados anualmente y que sólo en Rosario se producen 24 homicidios cada 100.000 habitantes, una tasa de homicidios superior a las tasas de Bogotá, México y San Pablo.

En síntesis, un cuadro de situación que ha sido posible merced a la pasividad, la indiferencia y, en ocasiones, la complicidad de las autoridades nacionales, provinciales y municipales con una forma de delito llevada a cabo por organizaciones mafiosas a la vista de todos.

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