sábado, 28 de noviembre de 2015

La despedida cuesta más de lo previsto



SÁBADO 28 DE NOVIEMBRE DE 2015




LA NACION
















Mauricio Macri empezó a inquietarse ya en la antesala, mientras aguardaba que Cristina Kirchner lo recibiera. ¿Cómo lo hacía esperar siendo ella la dueña de casa? Fueron cinco minutos que en la mente de un ingeniero se parecen a la eternidad. El líder de Cambiemos es extremadamente puntual; la Presidenta, todo lo contrario. Esas dos cosmovisiones chocaron el martes pasado en la quinta de Olivos. La jefa del Estado no quiso fotos. No habrá casi ninguna acreditando el traspaso del poder de un funcionario nacional a otro.A Macri le llamó la atención que ella dedicara parte de ese breve encuentro a contarle el modo en que pretende ser despedida: con los militantes en la calle.Esa convocatoria es desde entonces el gran tema de conversación del futuro gobierno. Hebe de Bonafini terminó ayer de encender la inquietud generalizada, cuando anunció para el día de la asunción del nuevo presidente una "marcha de la resistencia" en la Plaza de Mayo. "Tenemos un enemigo peligroso", definió. Por lo general, en una ceremonia de traspaso presidencial, la participación del jefe de Estado saliente se limita a entregarle la banda al entrante. Pero todo parece distinto esta vez. Por lo pronto, la manifestación callejera promete estar dividida.Al macrismo le bastó esta semana para entender rápidamente el descomunal esfuerzo que supone para Cristina Kirchner abandonar la Casa Rosada. Lo advierten tanto los dirigentes a quienes no se les han abierto las puertas de sus futuros ministerios como aquellos que tuvieron mejor suerte, pero que ven a los funcionarios salientes sobreactuar lealtad. "Si me hubiera dicho que no Cristina, habría declinado", dijo ayer a Lino Barañao a radio La Red, consultado sobre su continuidad en la próxima administración. Aníbal Fernández volvió a superar en fervor a todos: aclaró que su reunión con Marcos Peña se hacía "por expresas instrucciones de Cristina". En las carteras menos expuestas, la transición ordenada forma parte de negociaciones por el personal kirchnerista que intenta quedarse. Y en áreas como las de seguridad prima además la responsabilidad: el temor por lo que pueda ocurrir en la calle el día del acto es compartido.El kirchnerismo sufre en estos días no sólo una implosión por la derrota electoral, sino también un trastocamiento institucional inherente a la retirada. Es curioso: mientras desde el poder se definió siempre a sí mismo casi como minoría en combate frente al "poder real" de las corporaciones, pretende mostrarse en el llano como representante del pueblo al que, tal vez por errores en la comunicación de campaña, gobernarán ahora gerentes de empresas.Esa transmutación tiene algunas incongruencias. La más obvia es que los militantes del proyecto debieron habituarse rápidamente a su nueva condición de pronosticadores de cataclismos económicos. Hasta ahora, los agoreros habían estado del lado del establishment. La despedida trae además una paradoja: tantas proyecciones sobre un futuro negro han ayudado en las últimas semanas a las corporaciones a prepararse para lo que viene. Como descuentan una devaluación, los hombres de negocios tomaron resguardos: se endeudan en pesos, stockean repuestos importados, compran dólares y adelantan viajes para sus familias. ¿Por qué un productor vendería ahora su soja acopiada si cree que, como pronosticó Axel Kicillof, podría liquidarla a un tipo de cambio oficial de 15 pesos en pocos días?La estrategia electoral y la economía no siempre se llevan bien. Lo que Durán Barba y Peña le prohibieron decir a Prat-Gay durante la campaña terminó siendo el corazón de la propuesta de Daniel Scioli. No le hizo ninguna gracia al futuro ministro de Economía, ofuscado hasta el punto de no poder dormir bien durante esos días de silencio. Hace tiempo que la Argentina está peleada con la verdad.Prat-Gay irá entonces en busca de esos dólares postergados. Necesita 20.000 millones para abrir el cepo, la misma cantidad que anunció Scioli en el debate con Macri en la UBA: como ocurre con la crisis energética, que unió en el diagnóstico a analistas de izquierda y derecha, el desastre cambiario obliga a estrategias parecidas.Esos 20.000 millones que Macri pretende obtener en el mercado y mediante préstamos de gobiernos de otros países condicionarán el plazo para desactivar una restricción difícil de entender: la Argentina llegó al cepo después de que, durante diez años, llovieran aquí más dólares que los recibidos en el lapso de las seis décadas previas. "El mundo financiero está desesperado por prestarle plata a la Argentina", dijeron en un banco. La bienvenida coincide con los elogios de la comunidad internacional. "Macri es capaz y tiene muy buenos equipos", definió el lunes por la noche Noah Mamet, embajador norteamericano, en una comida con ejecutivos de comunicación corporativa en el hotel Sheraton de Retiro.De ahí la gravitación que tendrá como canciller Susana Malcorra, una mujer respetada en el mundo de los negocios. Los trazos de la geopolítica del nuevo gobierno ya desencadenan discusiones en la Unión Industrial Argentina (UIA). Mientras proyectaba con sus pares las futuras posiciones arancelarias entre la Unión Europea y el Mercosur, Carlos Garrera, metalúrgico de la provincia de Santa Fe, alertó sobre la posibilidad de que esas negociaciones no terminen en "una apertura indiscriminada" de la economía. Al planteo se sumó Alberto Sellaro, de la Cámara del Calzado. "Yo creo que todos coincidimos -interrumpió Sergio Acevedo, de Aceitera General Deheza-. ¿A quién beneficiaría una apertura total?" Algunas de estas dudas empezarán a despejarse cuatro días después de la asunción, cuando Macri vaya a la Conferencia de la UIA.Del resultado económico del próximo oficialismo dependerá la estrategia política de sus opositores. Esta semana, con la aprobación de casi 100 leyes, pareció una maqueta de la nueva configuración. El kirchnerismo conserva un último reflejo de su fundador: intentar recuperarse de las derrotas electorales mediante victorias legislativas que obtiene endulzando el paladar de la izquierda. Pasó en 2009, después de perder en la provincia de Buenos Aires, con la estatización de los fondos de pensión, el matrimonio homosexual y la asignación por hijo. La diferencia es que esta vez deberá levantar esas banderas desde la oposición. Una vereda complicada para la jefa y sus militantes: carece de atriles exclusivos, no rebosa de fondos públicos y propende fácilmente a exabruptos que, en su momento, Carta Abierta llamó destituyentes.

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