sábado, 23 de enero de 2016

El albur de discutir la inflación





23/01/16

Del editor al lector.




El dato del aumento del índice de precios de la provincia de San Luis correspondiente a diciembre tiró un baldazo de agua caliente sobre las expectativas para la inflación de este año.
Según la dirección puntana, los precios subieron 6,5% el mes pasado y eso llevó la inflación de 2015 a un inquietante 31,6%, lejos del 26,9% que había dado el indicador de la Capital.
Esa “brecha” cobra importancia a partir de que el Gobierno anunció que, debido a que el INDEC se tomará ocho meses para elaborar un índice confiable, será el índice capitalino el que se adoptará como parámetro inflacionario.
Y la relevancia es mayor después de que ayer el presidente Mauricio Macri dijera que calcula que la inflación de este año se ubicará en 20%.
La intención de aquietar las aguas inflacionarias es entendible en el Presidente. Sin un índice aceptado como único y creíble, estaría buscando marcar un andarivel bajo para las expectativas de aumentos de precios apuntando al arranque de las discusiones paritarias, pero a la vez pone en juego su credibilidad.
Ya Alfonso Prat-Gay, ministro de Hacienda, había dicho que su pronóstico de inflación anual se ubicaba entre 20% y 25%, lo que podría considerarse un éxito para un período que arrancó después de una fuerte devaluación del peso y en el cual habrá, probablemente a partir del mes que viene, subas en las tarifas de gas, luz y transporte que precederían, a su vez, a otro salto de 6% de las naftas en marzo.
El Gobierno se había entusiasmado en las últimas dos semanas en la creencia de que se había moderado el ritmo de aumento de los precios. 
Y que la inflación del primer mes de 2015 podría estar cerca del 3% o, incluso, por debajo.
Sería esa expectativa la que llevó al ministro de Energía, Juan José Aranguren, a anticipar que “en 7 o 10 días tendremos novedades” sobre las tarifas.
Serán esas “novedades” las que determinarán en buena medida el resultado inflacionario de este año.
El atraso tarifario es la contracara de una montaña de subsidios que el Gobierno intentará bajar para poder achicar, al menos en parte, el fuerte déficit fiscal que le tocó en herencia.
Si sube fuerte las tarifas podrá aspirar a reducir el rojo de las cuentas públicas pero, simultáneamente, podría encabritar la marcha inflacionaria y eso, a su vez, recargar los ánimos en el arranque de las discusiones paritarias.
La inflación es “el” problema económico del año y discutirlo sin un índice confiable para todos hace todo mucho más difícil.






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